Víctimas

HAY quien dice que estas cosas no le importan a nadie, y a lo mejor es verdad, pero no por eso dejan de ser importantes en el sentido estricto del término. La cosa es la siguiente. TVE ha tenido en parrilla durante años un programa cultural llamado El conciertazo , dirigido por Fernando Argenta, cuyo objetivo era la divulgación de la música clásica entre los niños. Ese programa, aunque confinado en el mediodía de La 2 y contraprogramado durante largo tiempo por la Primera -”que ya tiene bemoles-” con otro programa de música comercial, ha resistido y llegó a convertirse en un «referente», porque era exactamente el tipo de producto que justifica la existencia de una televisión pública. Los numerosos premios que El conciertazo ha recibido avalan esa cualidad.

Porque, además, era un programa francamente bien hecho. Bueno, pues la noticia es que El conciertazo se acabó. Ya no habrá más.

Fernando Argenta se jubila con el Ere de RTVE. Esto ya se sabía, pero no tenía por qué implicar la desaparición definitiva del programa. Sin embargo, se ve que a TVE se le han hecho incómodas las obligaciones de este género. Los músicos de El conciertazo abandonan la pantalla. Paradójicamente, TVE toma esta decisión en el mismo momento en que la televisión italiana busca importar el formato para emitirlo en la RAI: la idea ha sido nada menos que de Raffaella Carra (ya se sabe que los italianos hacen en España la tele que no se atreven a hacer en su país; allí hacen otras cosas, más discretas y estimables). La pregunta es por qué TVE prescinde de un programa que, se mire como se mire, forma parte de sus contenidos teóricamente imprescindibles. Uno puede entender que RTVE jubile a parte de su plantilla: son decisiones donde normalmente entran criterios que no tienen nada que ver con la comunicación, sino consideraciones de otro género. Uno también puede entender que la cadena, puesta en la tarea de remozar «parrilla», fiche a otras orquestas y a otros personajes: esos son atributos del programador. Lo que resulta muy difícil entender es que una cadena pública elimine un programa que entra de lleno en la definición de servicio público; con el agravante de que ningún otro programa, en ningún otro canal, ni público ni privado, cubre el objetivo de El conciertazo , que es la difusión pedagógica de la gran música entre el público infantil y juvenil.

Ahora andamos enredados con el debate (eterno) de la financiación de TVE y el anuncio de que reducirá drásticamente la publicidad. Bueno, no está mal. Pero, ¿para qué nos sirve que la televisión pública se financie con dinero público si elimina programas de evidente utilidad pública? ¿No está haciendo las cosas al revés?