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En el recital, patrocinado por Caja España, el tenor estuvo acompañado por el pianista Bavaj

José Carreras puso en pie al público que abarrotó el Auditorio

El tenor, que no estáen un buen momento vocal, dejó destellos de su categoría en hora y media de recital

El tenor catalán José Carreras en pleno recital, junto al pianista Lorenzo Bavaj, y rodeado por el p

Publicado por
Miguel Ángel Nepomuceno
León

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león

Arropado por unas cien personas distribuidas en sillas colocadas alrededor del piano, el tenor catalán José Carreras comenzó su recital de canciones napolitanas con diez minutos de retraso sobre el horario previsto, tal vez esperando a que llegaran algunos de los que ocupaban los palcos. Y es que la fama de Carreras llenó el Auditorio de un público inusual, poco habituado a recitales líricos y a las normas que rigen en estos templos de la música.

Comenzó el tenor con dos canciones de Scarlatti para calentar la voz, pero en seguida se reveló que no estaba en su mejor momento, ya que el trémolo hacía su aparición en momentos decisivos. El pianista lo acompañó e intentó tapar esos defectos, a la espera de que la voz de Carreras se colocara, como así ocurrió, aunque el uso del pañuelo que hizo constantemente durante todo el concierto mostró que o no tiene bien curada su afección gripal o no está pasando un buen momento. En el segundo grupeto de canciones dedicada a Tosti, una de sus especialidades de siempre, alguien del público sacó sin ningún complejo una cámara de fotos y se lanzó a tumba abierta a lanzarle instantáneas; lo que provocó una mirada asesina del tenor volviéndose hacia el «fondo sur». Tampoco faltó el espectador inusual que no apagó su movil y dejó sonar algunos compases que se mezclaron con los del pianista.

La segunda actuación del tenor José Carreras en León -”la primera fue para inaugurar precisametne el Auditorio-” encandiló y entusiasmó a un público variopinto ajeno en su mayor parte al arte de Melpómene, pero a cambio muy agradecido por lo que significó tener una vez más al gran tenor catalán enfrente, acompañado de nuevo por ese lujo de repertorista como es Lorenzo Bavaj, que no acompaña, mece al cantante y lo deja manifestarse en toda su dimensión.

Carreras hizo un somero repaso a algunas de las canciones que han sido desde hace décadas sus caballos de batalla y lo hizo con ese gusto innato que siempre le ha caracterizado. La voz corrió lo mejor que pudo por los rincones de la sala sinfónica, y aunque en varios momentos la tirantez de la zona aguda se hizo patente la soberbia técnica del tenor resolvió los pasajes comprometidos con sutil elegancia sin que produjera sobresalto alguno y si, en cambio, esa sensación de homogeneidad y equilibrio. La zona central se mantiene prácticamente intacta y el leve trémolo que de vez en cuando amenazó con empañar la siempre transparente vocalidad no resultó jamás molesto porque su soberbio fraseo, marca inconfundible de la casa, dignificó todo su canto.

El público se puso en pie para agradecer el caluroso recital que a lo largo de hora y media ofreció Carreras, quien regaló tres bises a los espectadores.

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