Diversas interpretaciones
Pero en lo que difieren profundamente unos de otros, estos autores, es la interpretación de los cuatro cuadros que componen la representación de seres animados. El primero de ellos, muestra dos leones afrontados de factura similar a los relieves asirio-babilónicos, que para unos son la imagen del mal en demonios leonados y para otros una antiquísima alegoría del enfrentamiento del bien y del mal. Los dos cuadros siguientes, expresan con claridad la intención del artista que los labró, de plasmar en imágenes sugerentes la actividad que justificaba la existencia de la pila: el sacramento del Bautismo. También aquí existen opiniones encontradas en cuanto al reconocimiento de los personajes, y cuando unos hablan de la Virgen y el Niño, respaldados por San José, otros ven en esta última figura a un obispo con báculo en actitud catequizante. Y la figura de Precursor en el bautismo del Jordán, indiscutible para algunos por llevar encima la inscripción que dice: «S. John», es discutida por otros, que interpretan el relieve como imagen del bautismo en los siglos medios. Pero el último cuadro que presenta un jinete sobre un asno, seguido de tres personas portadoras de otros tantos ramos -“que parecen de azucenas-, es el que más controversia ha suscitado entre los estudiosos del tema. Mientras que Assas mantiene la teoría de «un Jesús triunfante entrando en Jerusalén», Pérez llamazares sostiene la suya viendo la escena «como un regreso pacífico y feliz de los neófitos recién bautizados». Sin embargo, Domínguez Berrueta aprecia en este relieve «la representación de la Sagrada Familia en la Huida a Egipto».
Todos coinciden, no obstante, a la hora de señalar que esta pila sirvió para bautizar a los nuevos cristianos por el método de inmersión, usado generalmente en la cristiandad visigoda.
Y nuestro último apunte, a favor de la importancia del monumento arqueológico descrito, se apoya en el hecho de que, ya en el siglo XIX, la Comisión de Monumentos de la Real Academia de San Fernando de Madrid, destacó en León al ilustre artista, Ricardo Velázquez, para dirigir el vaciado en yeso, de nuestra pila, y sacar copia exacta de la misma. Copia que hoy admiran los visitantes del Museo Arqueológico Nacional, como pieza de excepción.