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«Escribí este libro porque, de repente, el pasado se hizo presente»

Antonio Gamoneda rememoró ayer el acto físico que desencadenó la explosión de los recuerdos; la razón proustiana para escribir «Un armario lleno de sombra»

Antonio Gamoneda, ayer, con Manuel Orellana y Juan Carlos Vázquez.

Publicado por
León

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Antonio Gamoneda presentó ayer en El Corte Inglés su libro de memorias Un armario lleno de sombra. El poeta comenzó su intervención certificando que con este libro no trató de construir una obra literaria. «Me es indiferente que la escritura sea buena o mala», aseguró, añadiendo que se propuso plasmar un hecho existencial propio.

Narró a continuación el acontecimiento que puso en marcha el ejercicio de memoria, con la apertura del armario de su madre muerta, un armario al que -”«no por una cuestión de propiedad o prohibición de contenido»-” sólo ella tenía acceso. Y ese día, con la habitación en semipenumbra, y sin reflexionar, el poeta cogió la llave del arcano y descubrió un espacio ahogado por una sombra profunda. «Introduje mi cabeza para ver cómo iba a desenvolver aquello y percibí con plena sensibilidad el olor de mi madre viva». Este recuerdo proustiano, lanzó a Gamoneda a recuperar el tiempo perdido de una infancia en la que su madre seguía viva. El pasado regresó y el escritor sintió entonces la necesidad de reencontrarse con «la mayor verdad posible, con mi propio pasado».

A partir de ese momento, se dio cuenta de que el pasado volvía a ser presente y de que la muerte, «aunque sus resíduos fueran débiles» no había desaparecido.

El premio Cervantes explicó entonces que sus recuerdos lejanos estaban intervenidos por el olvido, que calificó como la otra cara del recuerdo. «En el olvido hay cosas que no sabemos que sabemos, pero que están», subrayó. Y es que a partir de los recuerdos presentes, y a modo de racimos de cerezas enzarzadas, llegaron al poeta vivencias que creía veladas por los avatares de la memoria.

Tal vez por eso aseguraba ayer que Un armario lleno de sombra no es una obra verosímil. «La verosimilitud es semejante a la verdad y aquí sólo hay verdad, verdad que yo he vivido y gozado», precisó. Por último, defendió que la obra contiene además recuerdos heredados, recuerdos que se incorporaron a su entendimiento de manera natural, durante el curso de su vida y dejó fuera de toda duda la precisión con la que se propuso escribir estas memorias de infancia, una precisión que calificó como «furiosa».