Diario de León

Entrevista | Ugo Rondinone | artista

«El arte puede liberarnos del tiempo y nos permite crear nuevos mundos»

Comisariada por Agustín Pérez Rubio, «La noche de plomo» es uno de los proyectos más relevantes del Musac. A lo largo de 2.500 metros cuadrados, Ugo Rondinone hace balance de doce años de producción artístic

El artista suizo Ugo Rondinone, que expone en el Musac «La noche de plomo».

El artista suizo Ugo Rondinone, que expone en el Musac «La noche de plomo».

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cristina fanjul | león
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Ugo Rondinone es uno de los artistas de la nueva temporada expositiva del Musac. Bajo el título La noche de plomo , creador el suizo ha proyectado un universo que mueve a la meditación. La muestra se convierte en un viaje a través de los laberintos sensoriales y espirituales del yo, que se conecta una y otra vez con la mente cósmica de la naturaleza. Cinco espacios creativos componen esta exhibición, que se inicia con el tiempo apresado en unos olivos centenarios y finaliza con el bucle melancólico del que todos intentamos escapar.

-El nombre de la exposición es «La noche de plomo». ¿Cuál es la historia que subyace?

-Es el título de un libro de Hans Henny Jahnn, un escritor expresionista alemán, que narra una historia universal y humana que se puede rastrear en toda la literatura universal porque afecta a todos los fundamentos del ser humano: cómo concebimos nuestra propia existencia en el mundo, como encontrar sentido a lo que somos. Narra la historia de un hombre, sin nombre, con lo que puede tratarse de cualquiera, que vaga en medio de la noche en una ciudad desconocida y se encuentra con un alter ego de sí mismo, aunque de mayor edad. Este hombre acompaña a su otro yo a través de esa noche hasta que, con la llegada del alba, el yo de menor edad, muere. Durante este proceso, se hace a sí mismo multitud de preguntas. Es como un monólogo a través del cual consigue una especie de catarsis, una búsqueda de nuestro propio yo.

-Un hombre enfrentándose a su propia muerte y, por lo tanto, a su propia vida, como una contradicción.

-Si, en parte esta exposición es una especie de contradicción. Tienes la espiritualidad, la meditación de la naturaleza, y, también, la meditación de uno mismo, de la vida corriente. Estas dos fuerzas están unidas y así, en la muestra se enfrentan los olivos centenarios y la bombilla, que representa la comodidad corriente del día a día; tienes frente a frente estrellas, con toda su carga de espiritualidad humana, y un payaso corriente, o las sholar rocks creadas a partir de la meditación de la naturaleza junto a la naturaleza muerta de unas mandarinas.

-En ocasiones, la huella humana se presiente más cuando su figura no está presente, sino que son los objetos los que la reflejan.

-Yo tengo mi propia historia, que no es necesariamente la historia del resto. Tal vez por eso lo que yo hago una y otra vez es entablar un monólogo conmigo mismo, acerca de mi propia vida, que es totalmente diferente a la de los demás. En cualquier caso, sí, creo que todos podemos sentirnos reflejados de algún modo con los símbolos que aparecen en la muestra.

-Por ejemplo, los olivos. Dos de ellos estuvieron bajo el cielo de Nueva York y ahora están encerrados entre los muros del museo. ¿Buscaba darles una perspectiva, un sentido diferente?

-Esta es la primera vez que aparecen todos, los seis, en una misma exposición. Aquí tiene un sentido más ideal, porque se trata de una representación artificiosa de la naturaleza. Un museo es un lugar totalmente aislado, sin conexiones. Por eso, el arte en los museos se representa tan bien, muestra de manera soberbia el artificio que nos rodea. Puede reflejar la vida, pero al mismo tiempo, es una ilusión.

-La muestra está ideada como un viaje, como un trayecto. ¿A través del tiempo de cada una de nosotros?

-A través de distintas conexiones del tiempo. Desde el tiempo congelado, detenido en el tiempo que representan los olivos, hasta el tiempo cotidiano, del día a día de las pinturas del cielo estrellado.

-¿Cuál es la naturaleza del tiempo en su obra? ¿Cómo juega con este concepto?

-En principio, la energía artística para mí es tener tiempo para mí mismo, para aislarme. Ni siquiera tengo asistentes que me ayuden, con lo que el tiempo se convierte en algo propio. Es decir, que se trata en cierto modo, de la sustancia con la que poder reflexionar sobre mi vida y mi obra y, también, una manera de pensar cómo conectar con el público.

-¿Tiene algo que ver con esta búsqueda la hiperrrealidad de las piezas que conforman la exposición?

-No. Con ello trato de conseguir un efecto de simplicidad y pureza. Además, se trata de símbolos, como las estrellas, los árboles, el payaso, la luz o el cielo, con los que todo el mundo se identifica, con los que todos estamos conectados de una u otra manera.

-¿Cómo debe enfrentarse el público a su universo?

-Creo que no se trata tanto de mi universo como el de cada uno de ellos. Porque los símbolos son universales y se puede conectar con ellos de manera sencilla.

-"En esta exposición parece que el tiempo se detiene, de una manera muy próxima a la nostalgia.

-El arte, como la poesía, necesita salir del tiempo, para existir. En la exhibición, sí, el tiempo va deteniéndose porque creo que el arte puede detener nuestra vida. Aunque tan sólo sea por un momento, es capaz de sacarnos de nosotros mismos, liberandonos del tiempo y haciéndonos capaces de crear nuevos mundos.

-La última pieza es una serie de vídeos en los que se repiten las mismas acciones en una especie de bucle. Todo ello, con imágenes de personas aisladas y con una música que semeja un mantra. ¿Es un símil de la vida?

-La energía general del vídeo, el bucle, muestra tan sólo una serie de escenas, pero sin aportar ningún tipo de juicio. Tratan de ser neutras. Por otro lado, todos estamos aislados, seguro, no hay elección.

-Un escritor español decía que todos somos viejos que recuerdan. ¿Se siente identificado con esta cita?

-En el sentido de que un artista es capaz de vivir en el momento, de una manera próxima a lo eterno.

-¿De qué manera le ha influido la generación Beat? Lo digo por el recital poético de John Giorno y la instalación «John-s fire place».

-Desde un punto de vista nostálgico, por supuesto. Es una gran influencia. On the road es una celebración de la individualidad, la idea romántica de que es posible tener una voz personal y de que no hay límite a las posibilidades, la celebración de la libertad.

-¿Cómo ha trabajado con los espacios del Musac?

-La primera vez que vine, me preocuparon mucho las ventanas, porque focalizan demasiado, así que decidí taparlas. Además, pensé que los espacios debían resultar abiertos, con la intención de que el público pudiera vislumbrar la siguiente instalación mientras contemplaba la anterior.

-¿Qué momento cumple esta exposición en su desarrollo artístico?

-Pues creo incluso que podría parar por un tiempo, porque esta exposición es la primera ocasión que he tenido de conectar distintos momentos de mi carrera en una sola muestra en los últimos doce años.

-¿Cómo una especie de catarsis?

-Si, y como un nuevo comienzo.

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