Tarjeta roja
El invento del maligno juan Varela
Un medio informa del contenido de otros en todo el mundo. Una «web» indica a sus usuarios informaciones, acontecimientos y contenidos disponibles en otros medios. Además facilita enlaces para que su público pueda seguir en Internet esos acontecimientos a través de otras páginas, servicios o programas. Es la práctica habitual en muchísimos medios de comunicación. Y uno de los mandamientos de los medios y el periodismo es que cuando ocurre algo de interés, lo mejor es facilitar información al público y todas las herramientas necesarias para profundizar o seguir la misma allí donde esté.
Tarjeta roja. La televisión de pago intenta silenciar a quienes informan de cómo ver partidos de fútbol españoles en Internet.
Audiovisual Sport (Prisa) lo ha intentado con Roja Directa , una «web» donde se informa sobre cómo ver la Liga y otros encuentros de fútbol en la Red. Pero la justicia ha vuelto a repetir que publicar enlaces a «webs» de televisiones y «webs» donde se ofrecen esos partidos no es delito.
Los demandantes exigen protección para unos derechos de imagen obsoletos, diseñados para un mundo sin pantallas globales, en el que las fronteras nacionales eran también barreras para proteger el mercado. Pero esos tiempos han acabado. Internet y su convergencia audiovisual no se detiene ante fronteras políticas, de canales ni de mercado. Es también la ley del negocio. Cuanto más famosos son los clubes españoles y más rutilantes sus carísimas estrellas, mayor interés en el extranjero y más posibilidades de ver los partidos si no importa el idioma de retransmisión.
El pago por visión acotado a un territorio puede funcionar cuando la información y los contenidos no están al alcance de los demás, pero en un mundo donde las fronteras audiovisuales son permeables y frágiles, los derechos nacionales mueren. E informar, aunque sea de lo que otros ven gratis y aquí es de pago, no es delito. Cambian los medios, cambia el negocio, no los derechos