Diario de León

La Diputación entrega hoy a Pereira a título póstumo la Medalla de Oro

La institución da su máxima distinción al escritor «que quería y fue querido por León»

Pereira cuando presentó su libro «Meteoros».

Pereira cuando presentó su libro «Meteoros».

León

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La Diputación entrega hoy, a las doce del mediodía, la Medalla de Oro de la Provincia, a título póstumo, a Antonio Pereira. La situación, con seguridad, le habría resultado cómica al escritor villafranquino, partidario de reírse hasta de las cosas trágicas. Decenas de amigos, familiares y compañeros literarios asistirán al último homenaje que la Institución Provincial otorga a uno de los mejores escritores de relatos breves. La Corporación que preside Isabel Carrasco cumple un viejo compromiso al otorgar al autor de Meteoros una de las máximas distinciones de la provincia a «uno de los cuentistas de referencia del siglo XX en España, un ilustre poeta, un relevante escritor, así como a una entrañable persona que quería y fue querido por León». La Corporación Provincial respaldó por unanimidad, en un Pleno celebrado en abril, la concesión de la Medalla de Oro de la Provincia al poeta berciano. El mismo día del fallecimiento del autor de La divisa en la torre, Carrasco anunció ya el reconocimiento de la institución provincial al poeta villafranquino. El Pleno tomó el acuerdo de iniciar el expediente para otorgar la medalla conforme al Reglamento de Honores y Distinciones de la Diputación.

En el acto previsto para hoy al mediodía en el salón de plenos de la Diputación se dará cita la Corporación al completo y numerosos invitados de otras instituciones, así como familiares, escritores y amigos del poeta. Un homenaje de una provincia a la fructífera trayectoria del autor de Los brazos de la i griega.

Era una maestro del relato corto, un ameno conversador y un mejor contador de historias. Y el propio Pereira era, incuestionablemente, el mejor de los peronajes literarios. Solía decir que se adentró en los caminos de la literatura por culpa de unas gafas. La miopía le condujo por la senda de la lectura y, posteriormente, de la escritura.

Era un corrector impenitente. Convirtió en una manía la búsqueda de la frase perfecta. Excepcional contertulio, tenía una mente ágil y siempre una ocurrencia a punto. «Siempre nos quedará el humor», solía decir. Ahora, al menos, también nos queda el consuelo de su literatura, en la que es posible descubrir su personalidad detrás de cada frase, agazapada en cada adjetivo...

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