Diario de León

Leonard Cohen tiñe León con la amargura de sus plegarias poéticas

El cantante canadiense deslumbró en el primero de sus recitales en España de «Live in London»

Leonard Cohen durante el concierto que ofreció ayer en el León Arena y que supuso el pistoletazo de

Leonard Cohen durante el concierto que ofreció ayer en el León Arena y que supuso el pistoletazo de

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cristina fanjul | león
León

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Como un Lord Byron contemporáneo, con toda la belleza del perdedor y con un violín en llamas, Leonard Cohen condujo ayer a miles de leoneses hacia la belleza de unas canciones cuyo directo pudimos recuperar, gracias al pecado, después de años de silencio. Con su sombrero como maestro de ceremonias, el poeta canadiense mostró durante todo el concierto el agradecimiento de los grandes y desplegó la magia de temas como Dance me to the end of love (el vals con el que abrió el escenario), The Future, Ain-™t no cure for love o Everybody knows . Leonard Cohen se convirtió ayer en uno de los acontecimientos culturales más importantes de cuantos ha vivido la ciudad y el León Arena fue durante casi tres horas capital de la épica musical de un poeta que moldea el lodo para trascender, que canta la individualidad y sigue buscando lo que él mismo considera inalcanzable.

Generoso y genial , compartió con el público sus himnos legendarios y narró cómo una época de sueños desbocados le llevó a aventurarse en el mundo de la religión y la filosofía, del prozac y las drogas. Y todo eso, dijo, «para llegar a la conclusión de que No hay cura posible para el amor» , una de sus mejores canciones. La libertad fútil de un pájaro en el alambre precedió una de sus temas más conocidos, Everybody knows . Como un mesías que ha perdido la esperanza, como un Poe redimido, clamó en su particular Getsemaní y, antes de entonar los versos de Anthem , recordó que todo tiene una grieta, y que es ésta la única manera para que la luz penetre en la oscuridad. Le siguió Suzanne , su particular himno al amor perdido, al amor loco de juventud, que ciega y permite viajar por la vida con los ojos cerrados. Tras Boggie street , declaración de principios de un pecador, Cohen entonó una de sus más bellas plegarias, Hallelujah , ésa en la que levanta su voz y reza porque, como él mismo asegura, «uno comienza a ser sabio cuando se da cuenta de que es sumamente infeliz». Tras la plegaria llegó Democracy , un canto a Estados Unidos, e inmediatamente después, I-™m your man , una muestra de que el gran pesimista también sabe reirse, un ejercicio de ironía sobre el amor como entrega sumisa y absurda. Era casi el ecuador del concierto cuando Leonard Cohen demostró por qué la poesía-¦ Recitation fue como un verso suspendido en el aire, tan profundo como mil besos-¦

Y, de repente, su homenaje a Lorca, el que le reveló que se podía ser profundo y popular al tiempo, el que le guió por el camino que conduce a la poesía. Take this waltz fue uno de los momentos más memorables del show y el final que precedió a un nuevo comienzo, a Marianne , a First we take Manhattan , a Closing time. Ayer, Leonard Cohen nos permitió cruzar a la otra orilla, la de los sueños que nunca se cumplirán, la de los vencidos que, a pesar de todo, siguen esperando, la de la lujuria y las drogas que comparten sueños con el deseo de salvación, de encontrar una verdad que nunca llega-¦ Como un rey pescador, como el judío que cantó Lorca, a medio camino entre el East River y el Bronx, como Rut-¦ no me implores que te deje. Donde tú vayas, yo iré...

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