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Reportaje | pacho rodríguez

El día en que León fue la capital de los conciertos

Miles de personas siguieron con emoción el concierto.

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León

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León sirvió ayer de plataforma de lanzadera de la gira de Leonard Cohen por España. Fue un acto recíproco de importancia y repercusión. El canadiense puso, por su parte, a la capital leonesa en el mapa de los grandes conciertos del verano, con el aliciente de inauguración de gira y todo lo que eso presupone de altavoz mediático para confirmar que la voz del cantautor canadiense se hará oír en otras ciudades.

Pero una de las claves de esta gira que Cohen comenzó ayer reside en la naturaleza de un concierto diseñado casi de forma antológica para recorrer toda su carrera, con el añadido de que la propuesta ya está cocinada y enlatada en forma de disco después del concierto celebrado en Londres.

Con todos estos antecedentes, el viento tenía que soplar a favor de que la música y voz de Cohen resonaran con la trascendencia de las noches únicas e inolvidables. Todo ello sumado a la legión de fieles que en España le profesan admiración y que trasciende al carácter de espectadores para alcanzar a muchos de los artistas. Y en estos últimos se detectan comuniones y admiraciones que sin perder las esencias han tocado palos propios de Cohen. Dos ejemplos válidos de este hecho los constituyen cantautores tan dispares como Luis Eduardo Aute o Nacho Vegas. Distanciados generacionalmente por décadas, el primero pertenece a los músicos del tardofranquismo y la Transición, y el segundo surge de los recientes sonidos indies, Cohen les hace comulgar en territorios comunes y atreverse a versionar al maestro. Aunque, como dice Aute, aquel Aleluya del español llegó antes que la mítica canción del autor de I-™m your man .

León, de esta forma, sirve de acogedor inicio de un tour musical que llevará a Cohen a nueve ciudades españolas hasta el 21 de septiembre de este año. Y, seguro que para el artista, escritor y poeta, un afortunado lugar de inicio para las actuaciones previstas en un país que siempre ha intercomunicado con el músico. De hecho, aquella fotografía hecha en el FIB, en lo que suponía el reencuentro entre Cohen y Enrique Morente, y la reedición de sus momentos compartidos en el escenario con el pretexto del mágico Omega, de Lagartija Nick; o el concierto en el que Aute y Cohen tocaron juntos, son señales suficientes como para confirmar las conexiones entre España y el creador canadiense.

Y, asimismo, se da la circunstancia de que ya hace más de dos años varios artistas españoles se juntaron para profesar la admiración hacia Cohen y dejaron para el recuerdo un disco en el que versionaron muchos de sus temas con resultados tan dispares como diversos. Y con la participación de tan cercanos como su hijo Adam y otros nombres que han figurado como colaboradores directos. O con la presencia de Santiago Auserón, siempre marca de calidad y garantía de buen tratamiento de las buenas obras.

Porque, en definitiva, de lo que se trata a la hora de abordar la obra de Leonard Cohen es confirmar, reafirmar y reclamar que la gran música siempre ha de ir acompañada de literatura de alta calidad hecha para tal ocasión. Y eludir debates estériles acerca de si una letra es un poema y disquisiciones similares tan inútiles.