Reportaje | e. gancedo
La danza llena la panza
Los miembros del grupo Alantre deciden recuperar la figura del músico tradicional, «el que iba de pueblo en pueblo»
Abrieron el libro Cuentos en dialecto leonés , de Caitanu Bardón, y eligieron al azar una palabra del extenso glosario que viene al final de este gran clásico de nuestra literatura. Menos más que salió alantre (adelante) y no otras quizá menos apropiadas como boldre (barro), ñalgas (nalgas) o bandullu (barriga). Sea o no cierta la anécdota, lo que sí es verdad es que los miembros del grupo de folk Alantre no se detienen y continúan caminando, piti, piti -”sobre todo en verano-” la larga y calurosa senda de las celebraciones patronales, fiestas en la era, romerías a la ermita, procesiones con pendón, y demás.
Ellos son Carlos Vega Primo, alias Primu (gaita), de Santa Colomba de Somoza; Carlos Huerta Mínguez, Fuelles (acordeón), de Astorga; Sergio García Rodríguez, Segis (percusión), de Almuzara; y Delfín Pérez Sánchez, que también responde a nombres como Fidel o Martín (bombo) y natural de La Bañeza.
De «La Carolina» a «Ancares». La banda se formó en el 2007 y desde entonces su única pretensión y objetivo ha sido llevar a pueblos, villas y aldeas la música de siempre, la que más gusta, la música con la que no sólo baila y se divierte el público, sino ellos mismos también. Pasacalles, romerías, bailes-vermut, «la fiesta de siempre» es la que ellos encienden, a ritmo de las jotas, pasodobles, titos, molineras y tonadas de toda la vida. Y además, con un aire fresco y renovado que les viene muy bien a muchos temas de su repertorio, como por ejemplo los emblemáticos La Carolina o Ancares , o las jotas de Balboa y de la Cabrera. Pero también ofrecen temas propios «que buscan el sonido tradicional», según comenta el gaitero, Carlos Vega, para quien la esencia y la filosofía del grupo se resume en «rescatar la figura del músico tradicional», del músico al que se contrataba para la fiesta del pueblo y sin el cual no había alegría alguna, el músico que participaba de la celebración como si fuera un vecino más...
Tan auténticos son, que hasta les han llegado a pagar «con unos sacos de castañas» o con varias botellas de vino, cosa a la que no hicieron ascos ni mucho menos. A veces llevan lo comido por lo servido, pero no parece importarles demasiado. Y se les nota que han gozado con cada actuación. Hasta el momento llevan unas 22 apariciones estelares y el boca a oreja funciona: desde su base de operaciones astorgana ya han acudido a tocar a localidades como Pereje, Castrillo de las Piedras, Santiago de la Valduerna, Sotelo, Las Médulas, Matalobos, Bembibre, Palacios de la Valduerna, Sueros de Cepeda...
El buen humor, la complicidad, los productos caseros, de buena calidad, y la cercanía con el cliente son el sello de identidad de Alantre, como en las tabernas, figones y bodegas donde se manduca bien. Cuando se reúnen, la arman: a Delfín, por ejemplo, le llaman «el arrítmico» («y no es porque padezca del corazón», avisan), pero también «el único bombero de León que redobla» (entiéndase lo de bombero por el instrumento, no por la manguera).
Casi todos autodidactas, aseguran que, pese a su humor, «nos tomamos la música muy en serio». Y es que llevar la fiesta hasta la aldea del valle más perdido es una gran responsabilidad. La gente de Alantre está satisfecha en este sentido: «Pueblo al que vamos a tocar, pueblo en el que repetimos», advierten.