Diario de León
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javier matín domínguez
León

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El invento del maligno javier martín domínguez

Q ue la veteranía es un grado era un concepto poco discutido hasta que el poder empezó a ser asaltado por esa nueva casta de los políticos sin pasado. Pocas cosas les resultan tan incómodas a los nuevos poderosos como que les lean la cartilla los viejos periodistas. Hace justo treinta años entré por primera vez en la abigarrada sala de prensa de los bajos de la Casa Blanca. No pude reprimir la curiosidad por saber quién era aquella señora ya enjuta que ocupaba la primera silla en la primera fila y que preguntaba en primer lugar. Quién va a ser!. Helem Thomas, la decana de la agencia UPI y la primera mujer en entrar en ese selecto grupo. Con perfil aguileño y ojos rapaces Helen estaba allí detrás de la noticia, como había hecho toda su vida. Primero como reportera de campo, y desde hace más de cuarenta .años escrutando presidentes.

Desde Kennedy hasta Obama, ya lleva nueve. Ella tenía el privilegio de preguntar la primera, y de cerrar en hora la rueda de prensa con un «Gracias, señor presidente». Los primeros de la clase como Helem terminan siendo incómodos.

Al último Bush le molestaban sus continuas preguntas sobre las mentiras de la guerra de Irak. «Cubro al peor presidente de la historia de América», llegó a decir en un momento de catarsis. Resultado, fue castigada a la última fila de la sala de prensa bajo la excusa de que la periodista abandonó la agencia, adquirida por el reverendo Moon, pasando a ser articulista de una cadena de periódicos.

A esta altura de la edad, la veterana Helem Thomas no tiene pelo alguno en la lengua. Jubilados Bush y Cheney, Obama ha celebrado en el mismo día su cumpleaños con la periodista incombustible que ya ha cumplido los 89, y le ha ofrecido el mejor regalo: restituirla en su puesto de la primera fila. Suerte de que vive y ejerce el periodismo en América. Aquí ya llevaría prejubilada casi cuarenta años.

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