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La Fundación Juan March expone una selección de obras de Friedrich

La entidad inaugura su temporada artística con «Caspar David Friedrich: Arte de Dibujar», una retrospectiva sobre la obra en papel del gran pintor romántico

«El Molino Real en el llano» de Plauen, (1802-1803).

Publicado por
A. Varet Pascual | madrid
León

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La reformada Fundación Juan March inaugura la temporada artística con una exposición sobre Caspar David Friedrich, principal representante del paisajismo en Alemania durante el siglo XIX junto a Philipp Otto Runge. Una gran oportunidad para acercarse a la obra de un autor que nunca pudo sustraerse de lo sublime, lo bello y lo infinito. La muestra, que podrá contemplarse desde el 16 de octubre hasta el 10 de enero del año que viene, se compone de 68 trabajos sobre papel en diversas técnicas (lápiz, gouaches y acuarelas), y estados (desde bocetos iniciales hasta obras `finales´), agrupados en los motivos y las temáticas más recurrentes del autor: los árboles, los paisajes, las edificaciones, las arquitecturas y las ruinas. La exposición incluye varios préstamos procedentes de los más importantes museos estatales alemanes y del norte de Europa, así como de numerosos coleccionistas privados internacionales cuyas piezas pocas veces han sido expuestas al público hasta la fecha. Al frente de la asesoría científica está la máxima especialista en la obra sobre papel de Friedrich, Christina Grummt, que prepara el catálogo razonado sobre la misma. Se trata de un inventario que ofrece amplios comentarios sobre los trabajos y un cuidado aparato crítico que recoge textos específicos sobre el argumento expositivo a cargo de dos de las máximas autoridades sobre el artista: los profesores Werner Busch y Helmut Börsch-Supan. Espíritu romántico. La obra de Caspar David Friedrich vio la luz en España en 1992, cuando el Prado presentó Pinturas y Dibujos, una muestra dentro de un ciclo dedicado a los autores románticos. Ahora, más de tres lustros después, otro de nuestros museos indaga en el legado artístico de este pintor nacido en 1774 en Greifswald, al norte de Alemania, y convertido en el principal representante de la citada corriente. Se trata de una serie de trabajos sobre papel en los que se podrá apreciar el talento visual de un espíritu radicalmente romántico en el que abundan las escenas a la luz de la luna, los espacios gélidos, las noches y los paisajes montañosos y agrestes. No se puede hablar de Friedrich sin citar el paisajismo, el estilo que más y mejor cultivó. Un género influenciado en la obra de este maestro por autores como Durero y Adam Elsheimer, sus propias experiencias y la política y el ambiente bélico-nacionalista en el que creció como autor. Unas vivencias que se erigieron, sin duda, en las claves de una mirada realista que provocó una pequeña revolución dentro de la pintura de la época. Eran representaciones cargadas de elementos de la naturaleza que encontraron en el papel su primer soporte dentro de la obra del artista, cuando la tinta china desplazaba al óleo en los albores de la misma. Sin embargo, los «aceites» se convertirían más tarde en el material elegido por el pintor para inmortalizar sus pensamientos anti-napoleónicos en lienzos como El cazador en el bosque. Tras la expulsión de las tropas de Napoleón y la restauración de la casa de Borbón, aquellos ideales nacionalistas fueron sustituidos por el simbolismo cristiano con el que pretendió renovar el arte alemán a través del espíritu pietista protestante. A partir de 1820 los paisajes campestres se convirtieron en el centro de su obra, sin dejar por ello las representaciones marinas, en una época en la que el interés por los trabajos del autor descendió. Entre 1826 y 1828, el artista cayó en una gran depresión que le impedía pintar, apenas unos dibujos, con los consiguientes problemas económicos para su familia.

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