El aparato

En tiempos de crisis, siempre hay que centrarse en lo sustancial y no en lo accesorio. Será por eso que en el campo de la televisión el inicio de esta temporada lo marca el elemento clave del sistema, el aparato que muestra las imágenes, por encima de los nuevos (?) contenidos que ofrecerán las cadenas. Volviendo a la jerga americana setentera hay más interés por el hardware que por el software, por el medio que por el mensaje. No hablo de metáforas, porque el debate real de los consumidores está entre analógico o digital, entre plasma, LCD o LED, entre decodificador simple o de pago. La lista de alternativas puede ampliarse, porque podemos optar por un aparato que también se conecte a Internet o que acepte memorias USB. Y podemos continuar con los accesorios de sonido home-cinema o el blu-ray.

Sin duda este es un terreno más árido que los dilemas sobre la supervivencia de Gran Hermano, el cambio de Lorenzo Milá por Pepa Bueno o de Piqueras por Ribagorda, la salud del Doctor Mateo o sobre el título que elegirán este año para los programas del corazón que darán más de lo mismo con distinta etiqueta. Pero es un debate más real y hasta más productivo para los que de verdad quieren entrar en el mundo de lo digital; para no quedarse como estatuas de sal ante una tele llena de nieve analógica.

En el contradictorio momento que vivimos cuesta creer que ante la subida del paro tengamos que dedicarnos a gastar en nuevos aparatos para seguir siendo «ciudadanos consumidores consumidos por la tele». Pero visto desde otro ángulo quizá la única salida de la crisis esté en que volvamos a consumir, y nada más apropiado para la pervivencia del sistema que gastarnos el último ahorro en comprar más televisores y sus nuevos accesorios. Y en definitiva que resolvamos el debate final, entre Gol Tv y Liga +, y compremos un decodificador, enchufemos la pantalla tamaño campo de fútbol y sigamos en lo de siempre, viendo el partido del año.