«La eternidad es un sitio donde no vas a tomar una caña jamás»

Luis Mateo Díez escribe para vivir y detrás de su aspecto serio, en unos instantes se embarca en un ejercicio de aproximación que los que le escuchan reciben con agradecimiento. No regalará un gesto excéntrico para llegar a titular, pero en la enjundia de sus palabras se encuentran las perlas de su pensamiento.

No se le verá jugarla de tacón ni hará caños innecesarios, pero pasa la idea sin mirar como si fuera Laudrup. Tampoco parece que escriba con intenciones de dar el salto a la eternidad o a ese Olimpo de escritores de santoral. Pero deja a esa parroquia de la capital que tanto le adora estupefacta de satisfacción. Luis Mateo Díez dice que escribe para tener la fortuna de que algún lector le diga que en sus páginas ha descubierto a un personaje que nunca olvidará. Ya son muchos, pero otro de ellos será seguro este Samuel Mol de El animal piadoso. Y como no va de solemne, porque no lo es, de repente va y dice: «Mis personajes no son de los que andan fascinados con la eternidad. Porque la eternidad es un sitio donde no vas a tomar una caña jamás. Cuidado».