Cerrar

La música como terapia entre rejas

La 1 estrena el lunes la tercera edición de «El coro de la cárcel», en el que quince presos de la cárcel de La Moraleja de Palencia unen sus voces para aliviar el encierro

Foto de algunos de los nuevos integrantes del «Coro de la cárcel».

Publicado por
mercedes rodríguez | madrid
León

Creado:

Actualizado:

La brasileña Luciana Stein empezó a entonar la célebre melodía de José Luis Perales Un velero llamado libertad y se le hizo un nudo en la garganta. Luciana es una interna en la cárcel de La Moraleja, en Duenas (Palencia) que forma parte de los quince reclusos -"diez hombres y cinco mujeres-" componentes del Coro de la cárcel, tercera edición del reality de La 1 que estrena el lunes su tercera edición, tras La señora, a las 23.30. El director de orquesta Xavi Torras volvió a levantar un coro desde cero para formar un grupo humano en el que la música sólo es un pretexto, una forma terapéutica para aliviar el encierro, para que los internos participantes saquen a la luz sus problemas y sus preocupaciones, que se verán en pantalla, y para que el público no les perciba «como bichos raros», expone la directora del programa, María López.

El director de TVE, Javier Pons, defendió este espacio como un reality que es una excepción en el género, alejado de aquellos que exponen «las miserias cotidianas» para volcarse en un compromiso social claro. En esta línea, se manifiesta la Secretaria General de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, que ha destacado la importancia de esta apuesta, no sólo por sus buenos resultados de audiencia sino por sus objetivos, «una manera divertida y muy humana de ver a los presos y de mejorar las situaciones de los que se encuentran recluidos, con el espíritu de encontrar nuevos alicientes a la hora de salir de la reclusión».

Porque los quince internos no sólo se concentran en las canciones a la hora de reunirse con el director de la orquesta sino que sacan sus problemas, frustraciones e inquietudes a relucir, con lo que la música se convierte en el motor que impulsa el diálogo y el deshago entre los participantes, elegidos en el centro mediante un casting que no sólo tiene en cuenta sus habilidades en el canto sino sus ganas de involucrarse en un proyecto.

A Juan Pedro Fernández Carmona, almeriense de Vélez Rubio, le gusta el rock más potente, como el de Leño, y cita a Rosendo.

Disfrutó con la visita al recinto carcelario de Loquillo, además de Andy Lucas, Los Chichos y Pitingo. Él, como todos los que intervienen en el coro, no ha cometido causas de especial gravedad o que puedan producir alarma social. Los internos cantores están condenados mayoritariamente por delitos relacionados con el mundo de la drogadicción. Muchos pasaron del consumo al robo y al tráfico de drogas. Así le ocurrió a Fernández Carmona, de 39 años, que confiesa que es la segunda vez que está recluido por delitos relacionados con las drogas. «Vi en el tráfico del chocolate una manera de ganar dinero rápido, y me pudo la avaricia». En un año y medio saldrá de la cárcel y quiere trabajar como cocinero, profesión en la que dice tener buenos conocimientos.

Muchas culturas. La cárcel de La Moraleja cuenta con un módulo para mujeres con niños de hasta 3 años y guardería. Dos de las presas participantes viven allí con sus hijos. Una de las internas que está en el coro es la brasileña Lucía Stein, condenada a cinco años por delito contra la salud pública al venir a España traficando con drogas.

Recurrió al tráfico como forma de sacar adelante a su hijo de 9 años y un sobrino que mantenía. Ahora aprende guitarra, participó my activamente a lo largo de los tres meses de grabación de El coro de la cárcel y sólo espera volver cuando pueda a su país y dar un giro a su vida. «En la cárcel tienes tiempo para pensar y tratar de arreglar los errores», dice.

Según el director de este centro penitenciario, Jesús Hernando de la Rosa, en esta cárcel conviven reclusos de setenta nacionalidades, y la música es una forma de relación, un nexo de unión entre culturas. Para Fernández Carmona, más conocido como Lobo, «nunca hubiera pensado que esta experiencia fuera tan enriquecedora».

Cargando contenidos...