Estebanismo

Impresionante: desde hace una semana, no hay programa en el que salga Belén Esteban que no experimente un aumento de audiencia proporcional al tiempo de exposición de esta señora. Pero, ¿por qué tiene tanto éxito Belén Esteban? ¿Por qué atrae tanto la atención del público? Leyendo los mensajes que la gente manda a los programas de la tele o a las webs donde se habla de esta mujer, uno llega a varias conclusiones. Primera: Belén Esteban atrae porque es nítidamente ordinaria, lo cual hace que buena parte de la población se vea reconocida en ella (no nos vamos a andar con paños calientes a estas alturas, ¿verdad?). Complementariamente, otras muchas personas se sientan atraídas por el espectáculo, porque Belén encarna exactamente aquello que ellas no querrían en modo alguno ser. Y luego está la parte específicamente televisiva del fenómeno, porque Belén Esteban lo debe todo a la televisión. Pero, ojo: no me refiero sólo a que la tele esté manipulando la historia -que lo está haciendo-, sino también al hecho de que nuestra protagonista emplea la televisión como plataforma a su servicio. Esto tiene su importancia en una sociedad como la nuestra, donde buena parte de las clases populares sueña con ventilar sus asuntos privados en la tele. A partir de aquí es posible entender la vehemencia con la que todos los españoles, casi diríamos que sin excepción, toma partido por o contra esta mujer. La tele, evidentemente, aprovecha el paisaje y explota el fenómeno hasta donde puede, incluso hasta donde no puede. Esto que está pasando con la intervención del Defensor del Menor es un buen ejemplo. En realidad, lo que este caballero ha dicho es que hay que proteger la intimidad de la hija de Belén; la admonición, hasta donde sabemos, no se dirige tanto contra Belén como contra los depredadores de la información rosa, televisión incluida. Pero la tele da la vuelta al asunto y lo convierte en un proyectil contra el Defensor del Menor, acusado en la plaza pública de hacer lo contrario de lo que ha hecho.