opinión | El invento del maligno
Enganchados de pago
En el móvil no se navega. Se vive. Los usuarios de los nuevos teléfonos inteligentes son una nueva casta. Hiperconectados, nómadas digitales, jóvenes y hombres. Lo utilizan por trabajo, pero sobre todo porque los «smartphones» con conexión a internet y multitud de servicios son un símbolo como las marcas de la ropa o las zapatillas. Viven permanentemente ocupados, angustiados por saber qué hacen otros y por contar algo interesante en sus redes sociales. Pero nadie quiere perder tiempo. La multitarea se impone e internet en el móvil se utiliza sobre todo para el correo electrónico, el trabajo y las redes sociales.
Todavía la mayoría de los usuarios reconocen que navegar con el móvil es un capricho de facturas todavía caras, aunque rebajadas gracias al «wifi». Son algunos de los resultados de un estudio del Interactive Advertising Bureau en España que recuerda que el reino de las pantallas pequeñas y la movilidad aún no domina este mundo. Aunque los adelantados sean usuarios intensivos y grandes promotores de sus teléfonos y servicios preferidos. Son los nuevos ciudadanos «premium». Los interesados en la tecnología, el entretenimiento y la información dispuestos a pagar por los contenidos y servicios. No son muchos, pero son el objetivo fundamental de los nuevos modelos de pago buscados desesperadamente por los medios.
¿Está dispuesta la gente a volver a pagar por los contenidos? En la televisión, sí. Crece la demanda de contenidos de pago y crecerá. Más que nada por escasez de oferta de calidad gratuita. Si le gustan las tertulias y la telerrealidad, está a salvo. Si lo que quiere son películas, series de calidad o deportes, o paga o lo tiene complicado. Los ciudadanos «premium» están presos de los nuevos aparatos, la hiperconexión permanente y el movimiento de sus pulgares. Y también de las redes sociales. O tienes un montón de amigos en alguna de ellas y cuentas retazos de tu vida o eres un desgraciado. Ahora, además, a pagar