opinión | el invento del maligno
Vasile
Penúltimo bochorno en Telecinco: en el curso del programa Sálvame , en horario de tarde, la ciudadana Carmele Marchante rompe a entonar una letrilla haciendo bromas siniestras sobre las niñas que abortan y el asesinato de Carrero Blanco, todo mezclado en obtusa confusión. Piense uno lo que piense sobre el aborto, por un lado, y sobre Carrero por otro, hay algo en lo que debemos estar de acuerdo: ciertas cosas sólo pueden tratarse desde el respeto y ciertos horarios son incompatibles con la indigencia moral. Pero creo que debemos elevarnos sobre el incidente, aunque no sea anecdótico, y alcanzar un plano más general. Veamos. Hace no muchos meses, Telecinco pisó todos los callos del mundo con un programa que se llamaba Aquí hay tomate y que convirtió la sobremesa en feudo del cotilleo más infecto. A pesar de los intentos de la cadena por mantenerlo y de la desfachatez de J.J. Vázquez, que se burlaba abiertamente de quienes invocaban el «horario protegido», finalmente Telecinco tuvo que retirar el Tomate . Pero he aquí que, muy poco después, Telecinco vuelve a la misma fórmula con un programa del mismo tipo que se llama Sálvame , se lo encarga al mismo sujeto y, lejos de atenuar los defectos de su predecesor, los aumenta, con el agravante de que ahora dura más, sus contenidos son más salvajes y el insoportable Vázquez, que sin duda tiene algún problema interior, se chotea con mayor violencia aún del horario protegido entonando el «un globo, dos globos, tres globos» cuando llegan las cinco de la tarde. Lo de las cifras de share, argumento tantas veces invocado, es aquí completamente irrelevante: todos miramos cuando pasamos por la puerta del burdel -"la curiosidad es un rasgo etológico muy humano-, pero todos sabemos por qué no conviene quedarse a vivir ahí dentro. Hay todavía mucha gente, especialmente en nuestra profesión, que considera reaccionario o mojigato denunciar este género de excesos. A estos colegas yo les recordaría que España es el único país de Europa cuya televisión ofrece contenidos de este tipo en horario protegido, y les invitaría a conectar este hecho con nuestro obstinado déficit en materia educativa y cultural. Si abrimos la puerta a los bárbaros y se la cerramos a los sabios, mal podremos quejarnos de haber naufragado en la barbarie. Al final, si el gamberro triunfa no es por sus virtudes, sino por la necedad del resto, que le ríe las gracias. Y aclaremos una cosa: aquí el gamberro no es la sitácida Carmele ni el simiesco Vázquez, sino un señor que se llama Paolo Vasile y que ha venido a hacer en España la televisión que en Italia, por decoro, no le dejan hacer.