El camino de la tauromaquia

Eduardo Naranjo es para muchos críticos la chispa que incendió el arte sevillano en los años setenta. Toda una generación de la Escuela de Bellas Artes de Sevilla se afanó entonces por consolidar e internacionalizar un estilo peculiar al que llamaron realismo fantástico. Una afortunada mezcla de realidad e imaginación, de belleza plástica y citas a la ensoñación que aún palpita en la capital de la Giralda.

Por primera vez Eduardo Naranjo expone en León. Para la ocasión ha elegido una serie de grabados al polímetro en los que su única referencia es la Tauromaquia de Goya. «No soy un fanático del espectáculo de los toros, pero sí me gusta estudiar y reflejar toda la belleza plástica inherente a la fiesta. En mi obra tenía una asignatura pendiente con los toros. Para cubrir este vacío decidí que la técnica indicada era el polímero por una sencilla razón, es una técnica novedosa: se trabaja sobre una base de plástico duro, en vez de emplear materiales clásicos. Con esa técnica se pueden conseguir unas calidades diferentes, que son las más indicadas para mi interpretación del mundo taurino». Para alguien que se define a sí mismo como pintor, no deja de ser sorprendente que huya del color a la hora de reflejar su visión del colorista universo de los toros. «Desde siempre concebí esta serie en blanco y negro, por el sentido y sentimiento trágico, dramático, que va unido a la fiesta. En color quizá solamente quedaría la belleza superficial de los toros. No obstante, queda ahí pendiente la idea de hacer una serie de obra de gran formato, en pintura».

La pintura de Naranjo parte del realismo para transitar por otros mundos, el surrealismo, el expresionismo-¦ «Yo diría que realismo es todo -”asegura-”, los grandes maestros partieron de la realidad para interpretar su circunstancia. Hay una lucha entre abstracción y realismo, pero pienso que todo es igual, solo que unos profundizamos más en el detalle y otros trabajan de manera más espontánea, menos concreta».