Diario de León
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rosa belmonte
León

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El invento del maligno

L la noticia de las dos niñas agredidas sexualmente en un autobús escolar por otros niños, primero, causa estupor. Inmediatamente se piensa en la educación y en la televisión. Es decir, ¿qué pasa por la cabeza de esos niñatos? (de éstos o de los que cometen asesinatos). ¿Qué impactos culturales han podido recibir? A nadie se le escapa que la televisión ayuda a fijar lo que se percibe como normal en la sociedad. Pero se supone que uno llega a ver, no sé, Aída, con unos ojos que aprecian que los disparates de Mauricio son eso, disparates. Del incidente de las tortas y las patadas de Pekín Express, lo sorprendente no es que se zurraran dos perrofláuticas en otro autobús. Independientemente de esa escena y de quién da primero, lo sorprendente es que esa madre no sea la que zurre a su hija. O que no le dé vergüenza sacarla en la tele para que todo el mundo vea cómo se comporta. O que no la lleve a El encantador de perros a ver si Millán consigue amaestrarla. Lo preocupante es pensar que quien ve la tele pueda pensar que esos comportamientos son aceptables. En Estados Unidos, The Parents Televisión Council, un grupo conservador, hizo público un estudio según el cual los actos de violencia contra la mujer han aumentado en la tele, con lo que ello supone en la vida real. Aseguran haber contado más de 400 actos violentos contra mujeres en prime time en ABC, CBS, NBC y Fox en febrero y mayo de este año (en 2004, durante esos meses, hubo 200), haciendo especial mención a las series de dibujos como Padre de familia. Pero no dicen cómo se presentan esos actos. Suelen ser delitos, aunque es verdad que alguna vez, caso de la violación de Joan en Mad Men por su novio, el asunto se deja pasar; pero, por ello, es una de las escenas de mayor violencia en los últimos años. Da igual. TV Watch (sector no conservador) asegura que el informe no es más que un intento de obligar a que los contenidos de la televisión se acomoden a sus creencias, y que los padres tienen las herramientas para tomar decisiones sobre qué ven sus hijos. Luego hay padres, como algunos de Curso del 63, que consideran que sus joyas no son más que chicos de hoy en día.

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