Reportaje | e. gancedo
El poeta de «Claraboya»
José Antonio Llamas publica en la editorial Hontanar «Armónica de cristal», un libro que nos enseña que «nunca el cruel amor se harta de lágrimas»
José Antonio Llamas Fernández (Vidanes, 1941) siempre ha sido «el poeta de Claraboya». Y eso es así porque todos sus compañeros de este recordado grupo leones de poesía (Luis Mateo Díez, Ángel Fierro y Agustín Delgado) destacan de él su completa y total fidelidad al género. Una vez transcurridos 40 años desde aquel No amanece , que supuso el cierre de la revista Claraboya a manos de la censura que ejerció el por entonces ministro Manuel Fraga y que se convirtió en referencia inevitable del género, ve la luz un nuevo libro de poemas, en la editorial berciana Hontanar, titulado Armónica de cristal .
«Elegí para el título la imagen de ese instrumento, mecanizado por Benjamín Franklin, y que fue prohibido por producir efectos de locura -”argumenta el autor-”. En concreto, un crítico alemán escribió que causaba locura, depresión y problemas conyugales. Me sentí retratado, señalado con el dedo, pues, en mi relación con la poesía, loco lo he estado siempre, de deprimido no he salido jamás, y mi mujer consiente en la situación; pero le he dado al libro una vuelta, en esta armónica de cristal busco la salida a esta situación en un canto llano, final, sin instrumento, pues estoy con Virgilio en que nunca el cruel amor se harta de lágrimas, ni la hierba de agua; nunca se saturan de flores, las abejas, ni de placer las cabras». Y cita José Antonio Llamas a Virgilio, un poeta con el que alguno de sus lectores y admiradores se ha atrevido a emparentarlo.
Es Julio Llamazares quien se muestra contundente al afirmar: «Virgilio y Dante, los dos de nuevo unidos por el espíritu poético de Llamas, se dan la mano en los versos del que para mí es sin duda uno de los más grandes poetas de la literatura española del último medio siglo. Lo diré más claro: personalmente cambiaría toda mi obra poética por uno solo de sus poemas». Más contundente no se puede ser.
«Siempre lo ha sido Julio con mi obra -”reconoce-”. No oculto que es mi amigo y un tipo de una pieza al que admiro, por eso valoro más sus palabras, pues vienen de alguien que no regala adjetivos y, sobre todo, de alguien que es un lector ferviente de mi obra. Me saca los colores cuando dice esas cosas de que soy el mejor poeta vivo que conoce, pero lo agradezco pues la poca poesía que él ha escrito la tengo en muy alta estima».
No es sólo Llamazares quien no ahorra elogios a Llamas. Luis Mateo Díez, su compañero en Claraboya , afirma que «Toño es un poeta de la imaginación, quiero decir que la vitalidad lírica se emparenta, en su caso, además de con la memoria y la palabra, con la imaginación, fuente de inspiración que no es la más normal en los poetas».