Premios

El invento del maligno

El Ministerio de Cultura se ha inventado un Premio Nacional de la Televisión. Primer elegido: Cuéntame. Yo creo que a este premio le va a pasar como a los de la Academia de la Tele: que el propio mundo de la televisión se le va a echar encima. Para empezar, todos los premios institucionales vienen tocados por una desviación política; no tanto porque se den a los amiguetes -”que también-” como, sobre todo, porque tienden a evitar cualquier escollo políticamente incorrecto, lo cual limita mucho el campo de los galardonados.

Pero sobre esa limitación, común a todos los premios institucionales, en el caso de la tele se añade un factor determinante: el feroz juego de intereses económicos, que en este sector es mucho más importante que la calidad objetiva de las creaciones. En los otros premios de carácter cultural hay unos criterios más o menos objetivos que el jurado puede valorar: hay un canon de la excelencia narrativa, musical o poética, por ejemplo, que el mundo de la cultura generalmente reconoce.

En el mundo de la tele, por el contrario, lo que prima no son los criterios objetivos de calidad y excelencia, sino los de rentabilidad económica y audiencia, que pocas veces coinciden con la calidad canónica. El caso de Cuéntame es bastante singular porque en esta serie convergen una calidad decente, el aprecio mayoritario del público y unas cifras de audiencia desorbitantes.

Pero este maridaje es poco usual, y lo más probable es que el próximo premio se conceda a un producto que el business televisivo criticará por su poca audiencia o por ser de la pública, como les ha pasado a los premios de la Academia. Al business televisivo le gustaría que se premiaran cosas como Sálvame; pero, claro, eso es lo que han hecho los Ondas, y así han terminado convertidos en premios que nadie se cree.

Al margen de esto, en el mundillo televisivo ha empezado a circular una muy comprensible suspicacia: ¿puede legítimamente dar premios de televisión un Gobierno que ha pilotado el nacimiento de dos cadenas, Cuatro y La Sexta? Razón no falta a los suspicaces.