Diario de León

motor. fórmula 1

Un kamikaze cuesta abajo

Alonso aprendió a esquiar lanzándose por la ladera de una montaña suiza

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josé carabias | madonna
León

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El conductor del vehículo oruga que arrastra a la comitiva con sus ruedas-cadena apremia a los esquiadores, que unidos por una maroma en el refugio de Cascina Zeledria se disponen a partir después de comer ravioli rellenos de espinacas, un excelente queso parmesano, agua con gas y un capuccino. Al frente del pelotón, los dos pilotos de Ferrari, Alonso y Massa, apremian a su vez a Giancarlo Fisichella, que se ha despistado. ¿Fisico, andiamo?, suelta el español, metido de lleno en su papel de hombre Ferrari, terno rojo, de punta en blanco por la montaña. Pasadas las dos de la tarde, el grupo escala los Dolomitas sujetos por una cuerda que junta a pilotos, ingenieros, directivos y demás personal del -˜Cavallino rampante?

«No estrés, no prisas, no entrevistas. Calma. Relájense y disfruten de la nieve», recomienda uno de los asesores de comunicación de la empresa italiana. Ferrari pone instructores de esquí para los novatos, desplaza autobuses para almuerzos y cenas, busca emplazamientos singulares, de postal, para cada cita con pilotos, prensa o clientes. En esta especie de oasis, en el corazón de las imponentes montañas de los Dolomitas, rodeado de coníferas y habitante de un pueblo con la estética del mejor diseñador italiano, Alonso da rienda suelta a otra de sus aficiones, el esquí.

Al frente del grupo que se pierde en el bosque nevado, el asturiano se muestra ducho con los esquíes, pero sin sutilezas.

Todo lo que aprendió en este deporte tan particular, que requiere técnica, práctica y paciencia, fue producto de una tarde de aburrimiento en la localidad suiza donde vive.

En Suiza jugaba al fútbol con un equipo de Tercera división, el Pranguins. Y tanto allí como en su Asturias natal, Fernando Alonso saca tiempo de donde sea para sudar en su afición favorita, el ciclismo.

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