El proyecto ya está creado para los clubes de la Liga Profesional
El proyecto que hay sobre la mesa, al declinar los clubes de Segunda División B a participar en la Liga de filiales, se basa en una competición de 42 equipos, es decir los filiales de los 42 equipos que militen en las Ligas de Primera y Segunda División para la próxima temporada. El nacimiento de esta Liga de filiales supondría también de forma obligada una reestructuración importante de la Segunda B, categoría en la que militan un buen número de filiales cuyas plazas deberían ser ocupadas por otros clubes.
Los 42 equipos se distribuirían por proximidad geográfica en tres grupos de 14 equipos, con una primera fase en la que habría trece encuentros, a una vuelta, y los enfrentamientos en casa y fuera se decidirían por sorteo.
En la segunda fase del campeonato, los cinco primeros clasificados de cada grupo y el mejor sexto de los tres grupos pasarían a disputar la Superliga, que estaría compuesta por 16 equipos que se enfrentarían, ahora sí, a doble vuelta y ahí se decidiría el campeón de Liga.
Los 26 equipos que no se clasificaran para la Superliga se dividirían en dos grupos de 13 clubes, que pelearían por disputar la Copa del Rey de filiales.