Diario de León
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Opinión | M.Á. TRANCA

Pocas personas, y en este caso deportistas, aúnan como Sergio el apoyo unánime y reconocimiento. Un campeón nace y también se hace. En el caso del atleta gordonés es indudable que sus facultades f ísicas las ha heredado de una familia de deportistas. Pero para llegar tan lejos como él lo la hecho es preciso también pulir y cuidar al máximo de ellas. Sergio vive por y para el atletismo. Es su vida como se puede comprobar cada día. Ni la lluvia ni el frío pueden con el. Sabe que para llegar arriba hay que esforzarse al máximo y no duda en hacerlo. Además, no quiere ni oír hablar de dejar a los suyos, a su tierra. Varios cantos de sirena y a veces hasta presiones han intentado convencerle para que se vaya a Madrid o Barcelona, pero Sergio donde mejor está es en su tierra natal, la que durante tantos años se ha pateado entrenando para conformar la armadura de campeón que en estos últimos meses ha sido capaz de derrotar a tantos y tantos enemigos deportivos, especialmente los africanos que ven en el gordonés una latente amenaza a su hegemonía en las pruebas de fondo. En Doha ya lo dejó claro. Pero Sergio no se conforma. Arropado cada vez por más personas sabe que lo mejor está aún por llegar. Y es que el gordonés se merece todo y más. Porque además de ser un excelente atleta admirado por compañeros y rivales es también un tipo normal, una persona accesible que siempre tiene tiempo para quien se lo requiere. Eso en el deporte de élite y con tanta «estrellita» soberbia es digno de admirar y re conocer. Gracias, campeón.

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