FÓRMULA 1. GRAN PREMIO DE AUSTRALIA
Alonso suma en una carrera frenética
El asturiano finaliza cuarto tras recuperarse de una mala salida. Button saca provecho a los incidentes llevándose el triunfo. Kubica y Massa completan el podio
Otra vez la lluvia. El placer del agua descarga como una bendición sobre la Fórmula 1. Tal vez no sea el invitado que esperan los tradicionalistas y antiguos consumidores de este deporte. Mucho menos el elemento de distorsión que carcome las inversiones de las grandes marcas del automóvil. Y, con lógica de su parte, tampoco gusta a los pilotos, que se juegan el bigote.
Pero existe un veredicto inapelable, el de la audiencia, que busca diversión y, a ser posible, que ganen los suyos, cuando, como este domingo, madruga para enchufar la tele. Australia deparó un baile divertidísimo, una carrera alucinante que concluyó con la reivindicación de Button como ganador y un espectáculo sin par de Alonso, que iba último en la primera vuelta y acabó cuarto.
Todo lo que pasó ayer procuró entretenimiento. Afloraron las emociones. El público se posicionó a favor de unos y otros en función de las calamidades o éxitos de cada piloto. No sólo se trata de que gane Alonso, De la Rosa consiga puntos, Alguersuari dé un salto hacia delante o terminen los Hispania en un mundo de total subjetividad patriótica. Alonso salió mal y remendó el desastre que sobre él se cernía después de chocar con Button. Atravesó último la primera vuelta y catorce giros más adelante había escalado catorce posiciones en una exhibición portentosa que incluyó ocho adelantamientos. Una barbaridad para alguien que sigue ejerciendo su profesión desde la determinación. Cuando llegó hasta Hamilton, su progresión se frenó porque entraron en juego otras valoraciones. Había aterrizado en la mesa de los grandes. Para entonces, McLaren utilizó todos sus resortes de predicción meteorológica para arriesgar con el cambio de neumáticos de Button.
Y por ahí empezó a ganar la carrera. Butto n rebajó los tiempos de todos un par de segundos y se frotó las manos. La prueba fue estupenda. Había duelos por todas partes. Schumacher, tratando de pasar a Alguersuari. Webber y Massa, a brazo partido. Kubica, defendiéndose de las dentelladas. Vettel, que iba líder y parecía de paseo, volvió a sufrir con el Red Bull. Se averió un freno y regaló la victoria al salirse de pista. Hamilton remontó como un poseso. Expresó en la pista su carácter aguerrido y desembocó en un excitante duelo con Alonso. Hamilton llevaba ruedas limpias, recién calzadas y volaba. Alonso administraba la longevidad de sus gomas en vista de que renunció a la pelea con Massa, su compañero un puesto por delante. Faltaba una vuelta y el ambiente electrizante se trasladó a 2007, cuando compartían camerino en McLaren. El inglés se lanzó con el cuchillo y el español respondió con fiereza. Imponente frenazo en la curva a derechas que intimidó a Hamilton y provocó el incidente. Webber, que venía lanzado, chocó con el británico y el orden no se invirtió. Alonso defendió su cuarta plaza, Button ganó y Massa subió al podio, tercero.