fútbol. final de la liga europa
Forlán devuelve el cielo al Atlético (2-1)
El uruguayo, en sociedad con el «Kun», resuelve en la prórroga una final que los rojiblancos debieron ganar antes. 48 años después, los colchoneros alzan en Hamburgo su segundo trofeo europeo
Al fin la historia le hizo un guiñ o al Atlético, casi siempre perseguido por la mala suerte pero esta vez campeón a cinco minutos de los terribles penaltis y después de una competición en la que sólo ha ganado tres partidos y superado dos prórrogas. Que sí, que con Quique todo ha cambiado, que los rojiblancos ya resuelven partidos agónicos porque creen en sí mismos, han recuperado la autoestima, tienen un doble Balón de Oro como Forlán y a un astro como Agüero. El uruguayo les salvó ante el Galatasaray, les rescatcibió el balón. Igual que Kuncito, campeón quizá antes de partir. Jurado, como en Anfield, también mejoró a su gente al final.
Debían haber vencido mucho antes los rojiblancos, ya que el correoso pero flojo Fulham jamás les tuvo que haber empatado, pero sin un toque de dramatismo no sería el Atleti, campeón europeo por segunda vez en sus más de cien años de historia y a una semana de poder alzarse con un doblete inimaginable cuando el club se despeñaba en el arranque de curso. Casi medio siglo después, los Peiró, Collar, Rivilla, Grifa o Calleja, ya tienen sucesores. Y el club sale de la enorme travesía en el desierto en la que le metió la familia Gil. Desde el doblete del 96, todo eran sinsabores.
1397124194 Sufro luego existo. «Sufro luego existo», exponían en una gran pancarta unos -˜toreros-™ atléticos llegados de Tudela (Navarra) para la ocasión. Descartes pero en versión moderna y popular. Cambiando el pienso por el sufro. Muy del Manzanares, vaya. «Cantemos con el corazón», rezaba otro cartelón que colgaba de uno de los fondos. Todos apelaban al sentimiento, a la emoción. Igual que Quique Flores en la arenga previa. Como eran mejores técnicamente que el Fulham, si mostraban personalidad y no se arrugaban por ser más bajitos, o por ser favoritos.
Salió muy convencido el Atlético, dispuesto a madurar la final, a trabajarla para luego disfrutar. Como casi todas las finales, la de Alemania comenzó muy cerrada, con pocos espacios, mucho balón largo y mínimos riesgos. Al contrario, ni agua. Pero pronto Reyes, muy motivado, empezó a hacer de las suyas. Dejó patentes sus ganas cuando arrancó por banda y abrió el camino para el gol de Forlán, en posición dudosa. Tocó Simao, el Kun tiró en semifallo y el uruguayo aseguró con el interior. La lata inglesa estaba abierta pero con todo a favor, a los rojiblancos se les vino el mundo encima cuando en la primera vez que retrasaron la línea sufrieron el empate con gol de Davies. Pero faltaba el segundo de Forlán. Llegó en la prórroga y fue el delirio.