Reportaje | Antonio Torres | Una carrera llena de éxitos
Mou: exigencia y ambición
Exigencia, ambición, y empatía son los atributos que han guiado la trayectoria del portugués José Mourinho, cuenta Manuel Fernandes, el técnico que le brindó sus primeras experiencias en l
Exigencia, ambición, y empatía son los atributos que han guiado la trayectoria del portugués José Mourinho, cuenta Manuel Fernandes, el técnico que le brindó sus primeras experiencias en los banquillos.
Fue en 1989 cuando Fernandes, que recientemente se había retirado de una exitosa carrera como futbolista, quedó prendado por el método de trabajo del hijo de José Félix Mourinho, un notable portero de los 60 y 70 que llegó a ser internacional portugués.
«Cuando lo conocí tenía 26 años. Él (Mourinho hijo) entrenaba a los juveniles del Setúbal; me gustó su forma de trabajar, muy evolucionada, y lo llamé para ser mi adjunto», explica en entrevista Fernandes, actual entrenador del Vitória de Setúbal.
Hasta entonces, el joven Mourinho había tenido una discreta carrera como futbolista. Militó en el Río Ave, Belenenses, Sesimbra y Comercio e Industria con más pena que gloria y con 24 años puso punto y final a su experiencia dentro del rectángulo de juego.
Sin embargo, rápidamente mostró talento para otras funciones. Su extraordinaria capacidad para analizar rivales y su empatía con los jugadores -a los que motivaba fácilmente- le abrieron un nuevo horizonte, el de los banquillos.
«Era muy riguroso y exigente pero, a la vez, daba libertad a los jugadores. Sobre todo, era muy organizado», analiza el legendario delantero del Sporting de Lisboa, a quien le impresionó desde el primer momento la capacidad de organización y la ambición del técnico del Real Madrid.
Después de la experiencia en Setúbal, el tándem Fernandes-Mourinho trabajó en el Estrela de Amadora -un pequeño club de las afueras de Lisboa- y, continuación, en el Ovarense, equipo del norteño distrito de Aveiro.
«Allí se dedicaba a realizar informes sobre los rivales. Eran impecables y no tenía que preocuparme por nada más», reconoce.
En la temporada 1992-93, dio uno de sus mayores saltos. El británico Bobby Robson fue contratado por el Sporting de Lisboa y Fernandes y Mourinho integraron su equipo técnico.
«Nos llevábamos los tres muy bien. En esa época José (Mourinho) ya se estaba preparando para entrenador. Cuando Robson se fue al Barça se lo llevó de adjunto», evoca con nostalgia el técnico del Setúbal.
A partir de ahí, su ascensión fue lenta, pero firme. Tras cuatro temporadas en el Barcelona, donde coincidió también con el holandés Louis Van Gaal, en 2000 regresó a Portugal, donde dirigió fugazmente al Benfica y un curso y medio al Uniao de Leiria, conjunto al que colocó en la parte noble de la tabla.
Su siguiente destino fue el Oporto, con el que arrasó en el campeonato doméstico y venció de forma consecutiva la Copa de la Uefa (2003) y la Liga de Campeones (2004). Desde entonces su imagen de ganador no lo abandonó. Coleccionó títulos a la par de polémicas en Inglaterra -dirigió al Chelsea- e Italia, donde con el Inter se acaba de consagrar como campeón continental.
Su saldo de triunfos es demoledor: en 453 partidos como entrenador ha vencido 298, empatado 98 y perdido 57. Ante el reto que afrontará Mourinho en la capital de España, Fernandes aprovecha para defender su estilo de juego, a quien augura «muchos» triunfos en el Real Madrid. «Le gusta que los equipos defiendan bien, pero eso no es jugar a la defensiva. Sus equipos crean muchas oportunidades. Tiene mucha calidad a la hora de abordar los partidos».