mundial de sudáfrica 2010
Viaje a la victoria
La selección española llega a Sudáfrica dispuesta a que su fútbol de alta escuela le conduzca, por primera vez, a un título en la Copa del Mundo
Ha sido la última en llegar y su gran ilusión es ser la última en irse. Tras un vuelo nocturno de más de diez horas, España ya está en Sudáfrica, donde este mismo viernes dará comienzo una Copa del Mundo en la que la selección de Vicente del Bosque pretende hacer historia. Ni más, ni menos. La exigencia es máxima y hay que celebrarlo. Porque viajar a un Mundial en busca de la gloria no deja de ser un privilegio que sólo está al alcance de esos pocos elegidos que llevan décadas conformando la aristocracia del fútbol.
España ha sido la última selección en incorporarse, con voz y voto, a ese selecto grupo de potencias que se reparten los cetros y las coronas. Lo hizo en la pasada Eurocopa con una victoria inolvidable. A partir de entonces, todo cambió. En Viena quedaron enterrados los fantasmas de un equipo que viajaba a los grandes torneos sacando pecho en las portadas y luego regresaba con un monigote de papel pegado en la espalda y el país entero gritándole inocente, inocente. A España, en fin, siempre le pasaba algo malo hasta que, hace dos años, le pasó lo mejor: ganar dando un magnífico espectáculo. Es lo que quiere repetir en Sudáfrica.
Nadie discute la condición de favorita de España, que no puede llegar al Mundial 2010 mejor avalada. Desde que salió del sarcófago en el viejo Prater, sólo ha perdido un partido, ha completado una fase de clasificación sin mácula y se ha impuesto con autoridad a selecciones como Francia, Inglaterra o Argentina. Y no sólo eso: La Roja se ha convertido en una referencia mundial por su estilo de juego, algo de lo que ninguna otra selección puede alardear en este momento.
En este sentido, se puede decir que a Vicente del Bosque y a sus chicos se les plantea en Sudáfrica un segundo reto subsidiario al de la victoria final el próximo 11 de julio en Johannesburgo: el de continuar deslumbrando con su fútbol y ser recordada por ello. Seguro que a los resultadistas más sarracenos este objetivo les parece a una melonada, pero la realidad es que la historia de los mundiales está llena de selecciones que quedaron para siempre en la memoria sin necesidad de levantar el título: el Brasil de 1950 o 1982, la Hungría de 1954, la Portugal de 1966... Si la fortuna no acompaña y el título no es posible, que al menos quede el consuelo de ingresar en esa nómina ilustre de derrotados de leyenda.
Cuando se piensa en la aventura española en este Mundial, la prim era fase del torneo se observa como un trámite, un papeleo de oficina. Ante Suiza, Chile y Honduras se trata, sencillamente, de poner el sello en el pasaporte para los octavos, es decir, para los partidos a vida o muerte. Seguro que la cosa no será tan fácil. Y es que en los mundiales no se conocen los caminos de rosas. Y menos para las grandes favoritas, a las que sus rivales esperan conjuradas para morir en el empeño de hacer el partido de sus vidas. De modo que habrá que esmerarse desde el debut, el próximo miércoles en Durban frente a Suiza. Pese a todo, sería absurdo no situar a La Roja en los cruces y, a partir de ahí, imaginar el camino a la final. Vicente del Bosque ya lo ha hecho: Portugal en octavos, Italia en cuartos, Argentina en semifinales, y Brasil en la gran final.