El casi gol
Lo sé, lo sé, hoy tocaba El requetegol . Otro día será. Los suizos nos han reducido el ego en algunas tallas, pero aún nos queda mucha autoestima. A finales de los años cincuenta, Fernández Flórez reclamó en unas afamadas crónicas que también puntuase el casi gol , esa jugada que pudo terminar en tanto pero, ay, quedó en espejismo. La Roja marcó ayer cuatro de esos casi goles . También Suiza, seamos justos, estuvo a punto de meter el segundo. Pero no nos engañemos. La iniciativa que propuso este gran escritor implicaría que los porteros no supiesen si han parado o no, si la pelota ha entrado del todo o más o menos. Sería el caos. Casi es sólo un adverbio de cantidad, pero marca la diferencia. Es el ser o no ser hamletiano. El gol representa precisamente lo rotundo, aunque no haya dos iguales; los hay recios, flojos, suertudos, chulescos, malabaristas, poéticos, marranillos, guasones-¦ no sigo para que el lector no crea que a mí me escribe las columnas el diccionario de sinónimos. En fin, hasta hay goles séptimo de caballería, de esos que te salvan en el último momento. En nuestro caso, el corneta debió de quedarse dormido.
Sea como sea, no sólo perdimos sino que tampoco nos hemos estrenado. Pero lector, esto es un mundial de fútbol, no un problema de matemáticas. Aquí, como en las guerras, hasta pueden ganar los malos. Hay que querer más aún a San Vicente del Bosque.
Y no inventemos culpables. El fútbol es técnica y azar. Hasta las piernas más privilegiadas tiene sus días buenos y sus días malos. Y lo dicho sirve tanto para Villa como para Eva Mendes, para Sergio Ramos como para Ginger Rogers. Cuando el balón no quiere entrar, ya puedes pedírselo por favor, incluso de rodillas. No hay tu tía. El requetegol va a su bola.
Y pese todo este Mundial lo ganamos. O casi.