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León

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En fútbol, un Mundial es lo máximo y una Olimpiada es casi como un ensayo de lo que puede llegar a ser una generación de futbolistas. La que participó en Barcelona 92 fue para el recuerdo. Kiko, Guardiola, Alfonso-¦ Todos eran grandes chicos, deportistas que iban a llegar a mucho más, pero que en la cita olímpica triunfaron y dieron a la selección de fútbol el valor de los grandes protas de una gran película llamada Barcelona 92.

Si se hubieran sucedido una serie de rebotes, y el equipo hubiera llegado a la final, y después ganado, puede que, aún así, tampoco fuera necesario recordar aquí un instante que habría que clasificar en su justa medida como una victoria de medallero. Pero el triunfo de España fue grande.

Las Olimpiadas, en cuanto a citas futbolísticas, juegan de manera difusa con lo profesional y lo que no lo sería. Como si los que corren los cien metros lisos, o los que juegan al basket, fueran amateurs-¦ Por eso, la selección absoluta de fútbol, tal cual sería la de baloncesto, la de los Gasol, Rudy, Navarro-¦, no acude a estas citas. Así, como esto ocurre igual con el resto de las selecciones, el torneo futbolero puede ser tan descafeinado en cuanto a glamour, como enjundioso en cuanto al hambre de éxito de las carreras incipientes. España, en aquel 1992, llevó a Barcelona una selección de nombres que suponían modernidad y renovación. Como si quisieran estar a la altura de la circunstancias de una olimpiada que, además de convertir a este país en meca del deporte, pretendía demostrar al mundo que España estaba preparada para jugar en la liga de los grandes.

Y lo cierto es que esa generación consiguió captar la atención del público, que se ilusionó por las hazañas que se podrían alcanzar, y siguió al equipo hasta la exitosa final.

El fútbol de esta Olimpiada potenció el atractivo que suponía ver en un mismo escenario a jugadores emergentes, con otros que (por edad poco más podían llegar a ser) ya habían marcado sus pequeños hitos. Este equipo de Vicente Miera sí merece ser contabilizado en su integridad, porque sus nombres recordarán muchos momentos del fútbol reciente: Toni, Cañizares, Abelardo, Ferrer, Villabona, Solozábal, López, Toni, Berges, Miguel, Lasa, Soler, Amavisca, Manjarín, Alfonso, Vidal, Guardiola, Luis Enrique, Manjarín, Kiko, Pinilla, Soler.

Todos ellos tuvieron una trayectoria importante y puede que haya dos nombres sobre los que merezca la pena hacer memoria para recordar quiénes eran. Miguel, que fue un jugador del Rayo Vallecano; y Vidal, que pertenecía al Mallorca.

Respecto a la trayectoria del equipo español en aquel Barcelona 92 hay que resaltar que por allí pasaron nombres como Albertini, el sueco Brolin o el deportivista Naybet, además del polaco y finalista Kowalczyk, uno de los grandes goleadores. Es decir, que había equipos eminentemente olímpicos, en representación de los cinco continentes, junto a verdaderas potencias, como Italia, Suecia, Marruecos, Ghana. España debutó contra Colombia y le endosó cuatro goles a cero. Guardiola, Berges, Luis Enrique y Kiko marcaron. Y dieron paso a otras dos victorias (2-0 ambas) en las que ya marcaron Soler, Alfonso, Solozábal y de nuevo Kiko. Que fue el que apuntó el tanto para ganar en semifinales a Italia.

Frente a Ghana llegó la prueba de fuego. Se trata de una semifinal dura, en la que el anfitrión, los Guardiola y compañía, debía cargar con toda la responsabilidad. Aberlardo y Berges, dos defensas, marcaron y los españoles se deshicieron de los ghaneses dando muestras de un potencia goleador muy versátil.

Como si supieran que les iba a hacer falta esa faceta, así llegó España a la final frente a la peligrosa Polonia, que podía ser tan desconocida como gran tapada del torneo. Los polacos venían de meterles seis a Australia en la otra semifinal. Y no decepcionaron, pero España tampoco. Abelardo y Kiko, dos veces, la segunda imagen ya para el recuerdo, consiguieron que el combinado olímpico español ganara 3-2 a Polonia y una generación de futbolistas dejara claro que era posible hacer algo grande en una cita internacional.