Soccer a go-gó
La polémica comenzó mucho antes de que la Copa del Mundo pusiera todo su circo en acción, dado que la FIFA concedió a los Estados Unidos la gran responsabilidad de organizar el torneo correspondiente a 1994. Es sabido que la mayoría de los estadounidenses no considera el soccer, tal como se conoce al fútbol en aquellas latitudes, un deporte relevante y equiparable en emociones al rugby, el baloncesto o el mucho más cercano béisbol. Pero ante la sorpresa de los incrédulos, los campos de Chicago, Boston, San Francisco y el Rose Bowl de Los Ángeles, sede de la final, registraron récords históricos de asistencia en cada partido. Ganar o perder radica en la suma de muchos detalles que en ocasiones resultan contrapuestos, tal como le ocurrió al lateral colombiano Andrés Escobar, responsable de marcar un gol en su propia meta durante el encuentro con el equipo anfitrión. Colombia no le perdonó semejante afrenta y días más tarde fue tiroteado y muerto cuando salía de un bar en Medellín, crimen que la policía relacionó con los cárteles del narcotráfico y los mafiosos sindicatos de apuestas.
No se quedó atrás en cuanto a escándalos el protagonizado por la gran estrella albiceleste, pues Maradona fue expulsado del Mundial por dar positivo en un control antidopaje, ya que se le detectaron hasta cinco fármacos prohibidos, y ello apenas unos meses después de dar positivo por consumo de cocaína. Pese a sorpresas tan gratas como el buen juego desplegado por selecciones como Nigeria, Bulgaria o la propia Arabia Saudí, a las rondas finales llegaron los de casi siempre, con Italia en primera línea de la parrilla tras dejar fuera a los nuestros gracias a un arbitraje de escándalo. Pero en determinadas ocasiones el exquisito concepto de -œjusticia poética- también resulta aplicable al fútbol, así que Brasil se impuso en la gran final después de vencer en la tanda de penaltis y alcanzar así su cuarto entorchado mundial.