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León

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Opinión | miguel ángel nepomuceno

L o más bochorn oso y sonrojante de todo lo que rodea a los indiscutibles éxitos de los jugadores leoneses de Ajedrez es el pasotismo y la indiferencia con la que se contempla desde la Federación Castellano y Leonesa. No les importa lo más mínimo, ni mueven un dedo por remediar esa fuga de talentos, permitiendo que jugadores como Jaime Santos Latas, nuestro mayor valor en estos momentos en el ajedrez internacional, milite en otra federación vecina, en concreto la asturiana, porque en la castellano y leonesa, la que debería apoyarlo con mayor fuerza, prefieren gastarse los dineros en otros menesteres menos deportivos en lugar de organizar torneos y cursos de tecnificación para que estos jóvenes, que sin duda son ya el espejo donde otras federaciones y escuelas se miran, no tengan que estar supeditados a las migajas que les quiera otorgar su autonomía.

Difícilmente se va a volver a dar en León otra cantera de talentos semejante a la que en estos momentos milita en esta federación, pero, ¡ojo!, no nos obnubilemos y los éxitos difuminen la indiferencia que a lo largo de estos años ha mostrado y continúa mostrando el máximo organismo federativo autonómico, porque si algo se ha obtenido no es precisamente gracias a su apoyo, ya que su actividad a lo largo del año en este sentido es nula o casi nula y la atención que prestan al desarrollo de las capacidades deportivas de nuestros valores va más dirigido a las relaciones públicas de sus directivos y a ver impasibles, desde su atalaya de la desidia, cómo el número de jugadores federados disminuye año a a año en la comunidad más grande de Europa con nueve provincias en su territorio, y a decir adiós a nuestros mejores jugadores, que tienen que buscarse la vida en otros lares más propicios donde les ofrecen torneos, tecnificación y recursos.

Hace tiempo que la Federación Castellano y Leonesa necesita un cambio en su organigrama jerárquico, pero nadie hace nada. Los clubs se quejan pero no mueven un dedo para remediarlo y los jugadores protestan año tras año pero no salen de los mentideros de barrio y de las ventanas de la sabiduría de las mesas de café en lugar de hacerlo, como todo lo que tiene valor en democracia, en las urnas. Así que tanta culpa tienen quienes se toman su cargo como un deporte para expertos y pasar las tardes de invierno, como quienes contribuyen con su dejadez a que esto continúe sucediendo. El remedio lo tienen muy cercano, y el refrán lo dice claramente: «Experto es aquella persona que sabe mucho de muchas cosas excepto de la suya, que lo desconoce todo».