Lima tumba al Sevilla (3-4)

Adiós a la Champions , al 20 por ciento del presupuesto, a cerca de los 25 millones de euros estipulados de haber pasado, a Luis Fabiano, a Antonio Álvarez. Si algún director de cine quisiera hacer una película de lo vivido este martes en el Ramón Sánchez-Pizjuán lo titularía noche de despedidas. Porque la derrota del Sevilla ante el Sporting de Braga provoca varias consecuencias. La primera, directa, es que los de Nervión se despiden del sueño de la máxima competición continental. La segunda, indirectas, es que se irán algunas estrellas como Luis Fabiano (todo apunta al Tottenham por 18 millones de euros) y el entrenador. Un Álvarez que ha durado menos de tres meses en el cargo, vacaciones mediante.

Bien es cierto que ganó la Copa del Rey el bueno del marchenero, pero la directiva sólo necesitaba una mecha para encender su despedida. Y llegó de la bota de dos brasileños nacionalizados portugueses. Primero Matheus, que tras un error de Palop -la edad no perdona ni a los más grandes- abrió la Caja de Pandora. Esto provocó los primeros pitos de una afición que paga, hay que recordar, el abono más caro de Primera. La puntilla llegaría en la segunda parte con el tanto de Lima, tras un contra. Los goles posteriores de Luis Fabiano y Navas sólo sirvieron para tirar del refranero popular y hablar de nadar para ahogarse en la orilla. La prueba fue el hat trick de Lima al filo de la conclusión.

La realidad del partido es que culminó el fin de una era. Se acabó el Sevilla de los títulos. Aquel que empezó Joaquín Caparrós y alicató Juande Ramos. El mismo que empezó la debacle con una secretaria técnica, con -˜Monchi-™ a la cabeza, endiosada. Jugadores que costaron más de lo que en verdad valían y el ego por bandera.

Se le dio un equipo campeón a alguien que ahora no tiene ofertas ni de Segunda B, como Manolo Jiménez. Amén, de que José María del Nido no se libró de la falta de humildad. Aplicó su palabrería barata a los abonos. Incrementó el precio a los socios, provocando que el número bajara, ya que en crisis pocos pueden permitir pagar hasta 1000 euros por un carné.

Fin de una era. Lo vivido en la noche del martes ante el Braga es la continuación del fin. La afición así lo vio. Silbidos por doquier.

Tristeza mezclada con impotencia. Pañolada ante un palco que no sabía dónde meterse, pero que ya busca sustituto para el de Marchena. Aunque lo más importante para ellos es sortear el temporal. La humillación de la Supercopa de España, unida al fracaso absoluto de Europa, sólo provoca ira en la grada. Unos seguidores que ahora ven como seguirán vendiendo sus estrellas para traer jugadores que no valen ni el papel donde firman sus contratos. Verán que en su abono de temporada pone el símbolo de la Champions y jugarán en verdad en la Europe League , eufemismo de la FIFA para darle valor.

Se podría hablar también del lamentable partido de jugadores ex estrellas como Kanouté y Renato. Preguntarse por qué juega Fazio, culpable de la derrota en la ida y que no exento en la vuelta. De cómo es posible de que los sustitutos de campeones como Poulsen, Alves, Keita, Adriano, Squillaci y demás sean futbolistas que prefieren llegar de resaca a entrenar. Pero quizá, lo mejor, sea simplemente comenzar una nueva era.

Intentar quedarse con lo poco bueno que queda. Como la calidad de Kanouté en su gol que maquilló el resultado. La maestría de Perotti y la clase de Navas. Eso sí, toca que Monchi y compañía busquen la humildad, o que se marchen y dejen hueco a gente que de verdad quiera trabajar.

Álvarez no peligra. «Un cambio así sería precipitado y malo para el club». El presidente del Sevilla, José María del Nido, afirmó, tras la eliminación de su equipo en Liga de Campeones ante el Sporting de Braga que plantearse la salida de Antonio Álvarez sería «algo precipitado y malo para el club». Además de ratificar al ahora entrenador del club hispalense, del Nido aceptó la derrota ante el conjunto portugués y quiso pasar página lo antes posible. «Han sido tremendamente superiores y han dominado claramente el choque. Hay que pedir perdón a los aficionados por la ilusión que se había creado y empezar a planificar el mal menor, la Liga Europa».