ciclismo. vuelta a españa
Antón se viste de rojo
El francés David Moncoutie gana una etapa en la que Denis Menchov cede más de tres minutos en la general
«Ha sido un premio gordo para mí. Si no me ponía de líder no era ningún trauma. Voy a disfrutar del día a día. He ganado una etapa y soy líder, pero también soy consciente de que quedan dos semanas de carrera, lo más complicado de la Vuelta». Las palabras de Igor Anton denotan prudencia, lógica cuando quedan dos semanas de carrera por delante, con las etapas más decisivas en juego, en el que es su primer maillot de líder en una gran prueba por etapas.
Ni siquiera sabía que David Moncoutie había ganado. Hasta este sábado, Igor sólo se había puesto al frente de una carrera por etapas en la Vuelta a Suiza de 2008: «Ya sé lo que es defender un liderato en una carrera que no gané. Con lo que nos queda por delante hay que disfrutar del presente». Anton es un corredor que admite distintas variables, diferente al que habíamos conocido en Sevilla. No sólo es su comportamiento en la carretera, sino su forma de correr, la frialdad que está demostrando en determinados momentos. Nibali, Joaquím Rodríguez y el nuevo líder se mecen en los mismos planteamientos. Pueden dar la impresión de ser corredores muy parecidos, pero no lo son. Nibali es el más completo de los tres. Anton y «Purito» son más parecidos. El maillot rojo dejó hacer en la parte noble de Xorret de Catí a Sastre, a Tondo, a Nibali, a Uran. No había terreno para sacar grandes diferencias, no había bonificaciones y el liderato no se había convertido en una obsesión. Era, más que nada, una ilusión.
La situación ideal para hacer dejar hacer a los demás y esperar acontecimientos. Con el líder, Philippe Gilbert, desparramado por la carretera, Joaquím Rodríguez buscó un segundo de bonificación en la meta pero no lo logró. Igor Anton se quedaba con un primer puesto que le permitía completar ocho días de competición pletóricos, en los que va sintiendo y conociendo situaciones que antes no había vivido. Todo le hará falta en una carrera que parece despegar de forma definitiva. Cuando quedaban seis kilómetros, Liquigas buscó fisuras entre los mejores. Las encontraría puesto que Denis Menchov iba a decir adiós a la general. Perdió 3:44. Sastre también atacó, y Nibali.