Fórmula 1. gran premio de monza
Otra final sin margen de error para Alonso
El piloto de Ferrari da ánimos a la escudería italiana. «Podemos», dijo imitando a Obama
«Podemos», soltó cual proclama de Obama Fernando Alonso en Bélgica, convencido de la fuerza tribal de su casa madre. «Podemos», recogió tímido Massa, reducido a un papel secundario. «Podemos», admitió al fin Stéfano Domenicali, el primer escalón de Ferrari. «Podemos», han asumido todos en la guarida del cavallino rampante , pero aceptando que el objetivo esconde muchas trampas y que la empresa parece inviable de puertas hacia fuera. Es la segunda final de Alonso en este otoño de Fórmula 1, esta vez sin margen para el error. Cualquier fallo equivale a la guillotina 2010.
Los pilotos adoran Monza, el circuito más rápido de la Fórmula 1. Los dígitos sobrepasan los 360 kilómetros por hora en una pista con forma de bota y que alberga el menor número de curvas del Mundial (ocho). Gas a fondo en el caótico parque de la caótica Monza.
Será la última cita en Europa antes de embarcar a la Fórmula 1 en la colonización de otras tierras, particularmente Asia, el continente estrella para Bernie Ecclestone. Vienen de una sentada Singapur, Japón y Corea, antes del doble cruce transatlántico de Brasil y Abu Dabi.
«Es obvio que la carrera es muy importante para nosotros. Y tendremos mucha presión», cuenta Domenicali, vecino de Monza. «Espero que mi regalo para los tifosi sea una victoria en casa», dice Alonso, imbuido de un inusual optimismo acrecentado desde que corre para Ferrari.