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Publicado por
León

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L o de los desiertos, y sus travesías, ya no es lo que era.

Ni cuarenta años ni siquiera la mitad de esa cifra, «sólo» diecinueve carreras hasta ceñirse la corona.

Desde los vientos de Bahréin a los excesos del paraíso vip en el abrumador trazado de Yas Marina. ¡Ya hubiera querido el Mosisés aquel!, dicho sea con todo los respetos.

Hablando de respetos, el de Abu Dhabi, en mitad de ningún sitio, tampoco se queda corto en ellos. Hasta los monoplazas -”y sus pilotos-” pueden llegar a pasar desapercibidos ante tantísima sofisticación a la que, dicho sea de paso, ni siquiera Il Cavallino ha logrado sustraerse. A estas alturas de la película ya todo el mundo sabe de la instalación allí de un parque temático para quienes puedan disfrutar -”y permitírselo-” de toda la magia, ¡esa sí que es mágica!, de la Scuderia . El único fabricante del mundo que ha seguido, ininterrumpidamente desde sus inicios en 1950, el Campeonato del Mundo de Fórmula 1, que es como decir-¦ ¡la megabomba!.

Cinco kilómetros y medio -”un poco largos incluso, 5.554 metros-” que, tras recorrerlos en 55 ocasiones, darán a conocer el nombre del sucesor de Jenson Button: ¿quién?, ¡anda, eso quisiéramos saber todos!. Aunque, de saberlo hoy mismo, se rompería la magia. Así que, sigamos-¦

El tal seguimiento pasa por apuntar que en el desértico trazado, con el sello y la firma del arquitecto germano Hermann Tilke, los pilotos volverán a encontrarse, por segundo año consecutivo, con un par de larguísimas -”se diría interminables-” rectas seguidas por sendas horquillas: especial frenos y especial adelantamientos; los primeros por lo que sufrirán, los segundos por lo que tienen de lugar para perpetrarlos .

Eso, por no hablar de una de las velocidades medias (209 Km/h.) más altas de cuantas se contabilizan en el Mundial y, por si fuera poco, con puntas de 317 por hora. Segunda consecuencia: ingenieros a la búsqueda de la aerodinámica perdida, que diría Marcel Proust, sólo que con los «tiempos ganados»-¦ o por ganar, que no se ha dicho aún la última palabra, por mucho que los aficionados españoles -”todos-” abriguen -”abriguemos-” la nada secreta esperanza de que nuestro Alonso nos de la mayor de las alegrías.

Y no sólo (me resisto a desterrar la tilde) las rectas, también las enlazadas del primer sector son de escándalo , con el gas prácticamente a fondo-¦ quienes lo mantengan, claro. Y tampoco eso sólo: se arranca de día y se pasará de noche bajo la ajedrezada. Tercera consecuencia: variedad de horarios y temperaturas para influir en el comportamiento de pilotos y máquinas.

Por concretar. En líneas generales, el de Yas Marina, aún contando con ese par de rápidas rectas, es un trazado de virajes lentos y medios -”Valencia podría servir de ejemplo-” lo que se traduce, para los monoplazas, en grandes exigencias de frenos y capacidad de tracción (propulsión, por mejor decir) con lo que, como tantas veces, los neumáticos serán elementos claves en el desarrollo final de la carrera. Que se lo pregunten a Webber, uno de los implicados en la coronación de esta temporada, cuando el año pasado se las vio -”y deseó-” para defender su segundo escalón del podio frente a los constantes, y paralelos , ataques del -”al final-” campeón Button. Aunque nada como lo de Trulli, que puede presumir se haber sido el último de los pilotos en repostar combustible en un pit stop del Mundial.

Pero todo eso es agua pasada, la que está por venir, se declina en un único deseo: que se cumplan los de los españoles, a lomos del CavallinoRampante .

En apenas cuarenta y ocho horas, la solución. ¡Qué así sea!

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