FÓRMULA 1. EL DESENLACE DEL MUNDIAL MÁS REÑIDO
Alonso llora, Vettel sonríe
El asturiano pierde el Mundial en una carrera en la que la salida del coche de seguridad en la vuelta inicial, la mala estrategia de Ferrari y el estorbo de Petrov hacen añicos su sueño de ser trica
¡Porca miseria! Decepción en Maranello, la factoría de Ferrari engalanada para la ocasión, y lágrimas en Asturias. En la última carrera, en el desierto de Abu Dhabi, bajo los potentes focos del trazado de Yas Marina, Fern ando Alonso cayó en la trampa de Red Bull y cedió un título mundial que acariciaba en beneficio de Sebastian Vettel, el niño mimado de un equipo que le dio alas en detrimento de Webber. Con 23 años y cuatro meses, el alemán de Heppenheim se convierte en el piloto más joven en coronarse. Ha conseguido diez poles y cinco triunfos, los mismos que Alonso, al que le faltó potencia en su «cavallino rampante» y decisiones de equipo más adecuadas. Diversos factores se pusieron en contra del asturiano, quien se queda a un título de mitos como Stewart, Lauda, Piquet, Brabham y Senna. Prost, Fangio y, sobre todo Schumacher, siguen inabordables.
Un coche de seguridad desde la primera vuelta trastocó los planes de Alonso. La parada muy temprana de Webber llenó de dudas a Ferrari, que en lugar de permitir que Fernando siguiera lanzado, ordenó al español pasar por el pit lane poco después para cubrir al austaliano. Se quedó detrás de Petrov y ahí certificó un subcampeonato de lo más amargo. El Renault, ese equipo en el que Alonso logró sus dos títulos anteriores, fue un coche maldito. El asturiano sólo pudo ser séptimo. Webber quedaba por detrás pero poco le importaba a Red Bull, campeón de todo y soberbio en la jugada final. El podio era para Vettel, Hamilton y Button. Algersuari terminó noveno, pero era algo secundaria.
La carrera era larga en este océano de arena, pero se quedó corta para Alonso, víctima de Hamilton en McLaren y ahora del mayor potencial de los Red Bull y de la estrategia de Ferrari. Alonso, frío y calculador, ya había avisado que debía mantener la calma en la salida, en esa primera curva en la que de ninguna forma iba a ganar el Mundial pero sí podía perderlo. Y no arriesgó lo más mínimo. Como en condiciones normales el cuarto puesto le servía, dejó pasar al McLaren de Button para evitar cualquier toque y tuvo suerte de que, una vez más, Webber evidenció que lo suyo no son las puestas en escena. Por delante, todo igual. Hamilton metió el coche a Vettel, pero el teutón se disparó tras el giro. Pero los incidentes comenzaron muy pronto por detrás, en una accidentada primera vuelta. Schumacher hizo un trompo. Sutil logró esquivarle pero no Liuzzi. Primera imagen espectacular cuando ya caía el sol en Abu Dhabi y coche de seguridad en pista. De nuevo, todos pegados y suma importancia de las paradas en boxes. Webber fue el primero en hacerlo, aparentemente más por necesidad que por gusto aunque resultó una jugada de tahúr. Había rozado una barrera, cambió las gomas en la vuelta 12 y salió como loco, con derrapaje incluido. Entró en pista justo por delante de Alguersuari.
Buena noticia porque el catalán hizo un trabajo fundamental para su compatriota. Nada de dejar pasar al australiano, como le sugerían en Toro Rosso. Le aguantó todo lo que pudo. El asturiano se la jugó al detenerse cuatro vueltas después. Tenía que volver a pista por delante de Webber como fuese. Si no, el título se le iría. Entró a tope y salió con un ritmo bestial del pit stop. Por poco pero vio por el retrovisor a Webber. Tenía que aguantarle al menos un par de vueltas, hasta que las gomas se pusieran a tono. Desgraciadamente el problema estaba por delante. Con esa parada tan temprana, Webber hacía un favor enorme a Vettel, que en ese momento ya era campeón del mundoaunque Hamilton le encimaba. Alonso era duodécimo. Situación delicada, aunque todavía debían parar los pilotos que iban por delante. Pero ya n o servía sólo con contemporizar. Había que adelantar.
Superado el ecuador de la carrera, la situación adquiría tintes dramáticos. Alonso tenía que rebasar a Petrov, Rosberg y Kubica, o que se produjeran abandonos. Hamilton, conocido devorador de neumáticos, sufría ya problemas de adherencia. Dentelladas en sus gomas. Resquicios de esperanza. Vettel encontró el camino expedito tras la parada de Button. Asfalto por delante, un bólido imparable y el deseo irrefrenable de que Petrov siguiera taponando al asturiano. El amarillo del Renault fue una pesadilla para Fernando, que hizo todo cuanto pudo pero se quedó en puertas, tras haber consumado hace una semana en Interlagos una remontada épica.