Diario de León
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L os resultados en el mundo del deporte lo son todo, en cualquier modalidad deportiva de que se trate. La Cultural camina por la parte oscura de la clasificación, con sólo 15 puntos en su casillero particular, y metida de lleno en los puestos de descenso a Tercera División. Ya no vale con que el juego sea bonito, de toque u otras mandangas que nublan el horizonte. Tampoco sirve que Alberto Monteagudo sea el entrenador con más talento y visión futbolística que ha dirigido los destinos de la Cultural en los dos últimos lustros. La afición, que es soberana, exige resultados. Y no le falta razón.

La Cultural camina por las arenas movedizas de los últimos lugares de la clasificación desde la cuarta jornada del campeonato. Cuando ya han transcurrido dieciséis y la segunda parte de la Liga está a la vuelta de la esquina ya suenan los tambores de la preocupación. Algún sector de la grada no comulga con el currante del fútbol Alberto Monteagudo. Y cuando esto sucede, los resultados se convierten en el único sostén que convence.

Si los marcadores positivos no llegan en las tres próximas jornadas de la competición de la regularidad, Monteagudo seguirá la ley del fútbol. Aquella que manda al entrenador a la calle. Siempre se rompe la cuerda por el banquillo. La plantilla de futbolistas se ampara en el colectivo, aunque cada uno tiene sus pecados y su penitencia.

Los encuentros frente a La Muela, Alavés y Lemona ejercerán de jueces para el entrenador manchego. Un técnico que quiere llegar lejos en los banquillos y que creyó que el de la Cultural iba a ser su mejor lanzadera particular.

A Monteagudo le restan tres partidos de maniobra para continuar o ser destituido. En 270 minutos decide su futuro con un balón de por medio y 22 futbolistas como sus mejores aliados. Así es la ley... del fútbol.

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