Diario de León

PRIMERa división a

Apisonadora azulgrana (1-5)

El Barcelona endosa una manita a su vecino para zanjar el derbi catalán y acabar con la imbatibilidad de los pericos en su casa

El delantero asturiano del Barcelona, David Villa, celebra la consecución del cuarto gol del Barça.

El delantero asturiano del Barcelona, David Villa, celebra la consecución del cuarto gol del Barça.

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p. ríos | barcelona
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E l Barça completó una sinfonía colosal en Cornellá, otra más en esta temporada. Firmó su octava victoria fuera de casa, tantas como partidos ha disputado, en una demostración de calidad, elegancia, profesionalidad, empuje, voracidad y espíritu de gran campeón. Hizo otro encuentro antológico frente a un Espanyol que lo había ganado todo en su feudo y, seguramente, se hubiera impuesto ante el 80% de equipos del campeonato. Quizá, sólo cometió el error de tirar la línea defensiva cuando ya no tenía fuerzas para presionar. Y eso ante el Barça es un suicidio. En realidad, frente a un equipo así da igual utilizar un sistema u otro.

El derbi catalán fue un grandioso espectáculo que dejó el doctorado de Pedro, soberbio en toque, definición, lectura del partido y velocidad, la maestría en la dirección de Xavi, las rupturas de Messi y, sobre todo, la gran ovación que los 'pericos' dispensaron a Iniesta, sustituido por Bojan a tres minutos del final para que le tributaran un homenaje por dedicar al fallecido Dani Jarque el gol que valió un Mundial.

Si además de jugar de ensueño, resulta que el Barça corre y presiona más que nadie, sólo puede perder por accidente. Al menos en esta Liga cada vez más partida. Por tradición, por épica, por rivalidad, por residir en zona de 'Champions' y porque Cornellá era un fortín inexpugnable, todo apuntaba a que el Espanyol se lo pondría mucho más difícil a su vecino rico de La Diagonal. Pero este equipo de Guardiola achucha, muerde, no se arruga ni intimida ante nadie. Está, probablemente, en el mejor momento de su historia.

La solidaridad y el esfuerzo de sus estrellas son admirables. Igual que la forma de achicar los espacios, de acogotar al rival hasta robarle el balón, o de adelantar la defensa de forma sincronizada. Lo demostró Abidal para dar un pasito adelante, en lugar de hacia atrás, para dejar en fuera de juego a Osvaldo. Nada de achicarse ante un archirrival que actuaba ante una afición entregada y se jugaba el alma en cada balón.

Si a la hora de correr en defensa Messi, Villa o Pedrito son un ejemplo para grabar y mostrar a los chavales, cuando hay que tocar nadie desmerece. Hubo dos jugadas en el derbi que definen a este Barça: un balón sacado por Alves desde el área pequeña, en el que lejos de ponerse nervioso o pegar el lógico patadón formó un rondo con Puyol, Piqué y Busquets, y un intento de sombrero de Piqué en el área de Kameni. Fútbol en estado puro.

Comenzó el duelo con una fuerte presión del Espanyol que obligó al Barça a golpear en largo. Un espejismo. Se trataba sólo de evitar algún susto en el arranque. En este tipo de partidos, quien marca primero tiene el duelo muy encarrilado. Tras un tirito de Osvaldo que atajó Valdés llegaron las ocasiones culés. El nítido dominio azulgrana se tradujo en el 0-1 la primera vez que Messi conectó con el versátil Pedro, convertido en delantero centro.

Y antes de la media hora, Xavi definió con una gran volea. Era el 0-2 y el partido estaba roto y sentenciado para un Barcelona que pisa fuerte en la liga.

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