Sentir los colores

Después de lo acontecido en León durante la última semana con un club como la Cultural, sentimiento de todos los leoneses, me pregunto por qué esa complicidad que siempre existió entre munícipes y empresarios leoneses del sector del ladrillo se ha convertido en rivalidad extrema, hasta el punto de tirarse los trastos, que no los ladrillos a la cabeza, para tratar de salvar de la desaparición a una agonizante Cultural.

Y me respondo. Sabido es que a la vuelta de la esquina están las elecciones a la alcaldía de León. La pasión por el fútbol en la capital leonesa es elevada y nunca está de más echar un guiño por estas fechas a un club como la Cultural, sentimiento y pasión de todos los leoneses. Como se lo echó en su día Mario Amilivia a todos los empresarios de la construcción para que se englobaran en la plataforma Profutle y pusieran a andar la operación ladrillo por los cuatro rincones de la ciudad leonesa, con el apoyo miserable de cuatro voceros que después de diez años cantan al revés el himno culturalista por los mismos intereses que en el año 2001 lo vitoreaban desde la primera estrofa.

La salvación de la Cultural cada día se complica más. Muchos intereses y réditos electorales están en juego. La rueda de prensa del alcalde Francisco Fernández y del vicealcalde Javier Chamorro junto a la espantada de los propietarios del club leonés para firmar un documento trampa de opción de venta de la sociedad anónima deportiva fueron el primer hundimiento de una Cultural que camina a la deriva y entre aguas turbulentas.

La plantilla dio ayer el único gesto de cordura de los últimos tiempos. Los responsables de salvar a la Cultural no lo hacen y mientras tanto los jugadores dan ejemplo con su profesionalidad en el campo. Sienten el escudo de su camiseta. El resto viven por otros colores que no son los blancos de la Cultural y Deportiva Leonesa.