Diario de León

BALONCESTO. LIGA LEB-ORO

Un mal día lo tiene cualquiera (60-91)

León firma su primera derrota en casa ante un Palencia que sacó partido a las facilidades de un rival indolente que tuvo en el rebote y el desacierto frente el aro su talón de Aquiles

Jorge Calvo intenta abrirse paso ante la férrea defensa de los visitantes Häänpa y Garrido.

Jorge Calvo intenta abrirse paso ante la férrea defensa de los visitantes Häänpa y Garrido.

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Baloncesto León sumó ayer su primer traspiés en casa de la temporada y lo hizo de manera contundente frente a un Palencia (60-91) que aprovechó al máximo la falta de intensidad de los locales, apáticos y desacertados en todas las facetas del juego. El parón de 15 días no le sentó bien a los de De Grado que en su peor faena de la temporada sumaron su sexta derrota. Eso sí, un mal día lo tiene cualquiera y en apenas siete pueden enmendar este resbalón frente al Clínicas Rincón Axarquía.

Precisamente fueron los visitantes los que mayor grado de intensidad pusieron en el inicio. Y eso les permitió descomponer el planteamiento inicial de los de De Grado. El salto inicial y la posterior canasta de Moss fueron la mejor vara de medir para lo que iba a acontecer hasta el descanso. Con el rebote perdido a favor de los castellanos (3-16 en los diez primeros minutos), León aguantó el intercambio de golpes en forma de canastas hasta el 6-10. A partir de ahí Bravo, Frost, Moss y Navajas se encargaron de martillear una vez tras otra el aro local. En apenas cuatro minutos se había pasado a un preocupante 6-16. El tiempo solicitado por De Grado apenas frenó el devenir del choque. Porque además el Palencia también hacía gala de un porcentaje elevado en el tiro. Y eso unido a su supremacía en la pintura era ya demasiado escollo. El 15-32 del primer cuarto obligaba a una reacción inmediata. Y León puso toda la carne en el asador, que no acierto. Quezada había pasado a dirigir las operaciones. Y ahí los locales parecieron revivir. Seawright, Quezada y Riol convirtieron la herida en curable con un 9-0 de parcial. La barrera de los diez puntos se había rebajado. El 24-32 daba aires de esperanza a los de De Grado. La gesta parecía cobrar visos de realidad. A cuatro minutos para el intermedio la situación obligaba a un tiempo muerto de Lezkano. El miedo ya se atisbaba en la mirada de los visitantes aunque esta se disipaba en un par de acciones erradas por los locales y en sendos triples, uno de ellos postreros, que dejaban la situación en trece puntos de renta para el Palencia (35-48). Eso sí, el consuelo para los leoneses estaba en que aún quedaban 20 minutos por delante.

La salida de vestuarios, lejos de favorecer los intereses de los locales, ofrecía a un Palencia nuevamente más enchufado que en apenas tres minutos volvía a alcanzar una renta considerable en el electrónico (37-56). Nada era imposible pero la dificultad se convertía en extrema para reconducir la situación. Con el rebote perdido en una batalla en el juego interior en la que ni Seawright ni especialmente Jorge García eran los de otros días, y con el hándicap complementario del porcentaje ante el aro León intentaba asirse a su más preciado tesoro, la entrega hasta el final. Pero ayer no fue suficiente. Y es que si en anteriores envites al menos tres jugadores pasaban de la decena de puntos en esta ocasión sólo Seawright parecía mantener su rol. Eso sí, a costa de ceder en la puja por el rebote. Vistas las cosas el 50-68 dejaba los últimos diez minutos en anécdota. Salvo que un milagro lo evitase. Pronto se vio que no iba a ser así. Que León, como cualquier guerrero, también tiene sus días malos. Y ayer fue el suyo. Fue una noche aciaga en la que tampoco funcionó el juego en equipo. Incluso alguno intentó hacer la guerra por su cuenta y eso, en el deporte colectivo, tiene sus consecuencias. A tres minutos para acabar el marcador mostraba lo que nadie quería, un 54-84. Ya no había opción para más. Salvo para maquillar el resultado y pensar que dentro de una semana en Málaga este resbalón se quede en anécdota. León se dejó ir, sabedor de la imposibilidad de voltear la situación. Y eso llevó los dígitos finales al 60-91. Ver para creer.

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