la otra cara de... álvaro cabanas
«Voy a darlo todo por el Ademar»
Quiere llegar a lo más alto, aunque sabe de las dificultades. Sólo conoce un camino: «Trabajo y constancia» Llegó a León como uno de los extremos junior con más proyección de España. Tres años después está a pun
Cuando llegó a León en julio del 2008, Álvaro Cabanas era un diamante en bruto, un chaval de 18 años recién cumplidos, con 1,82 metros de estatura y tan sólo 62 kilos de peso. Tres años más tarde está a punto de dar el salto definitivo al primer equipo del Ademar después de demostrar sus sobradas cualidades en la División de Plata y perfilarse como uno de los extremos juveniles con más proyección de España.
No tiene vértigo a los retos. Es ambicioso y competitivo, además de muy trabajador. «Es un halago que piensen en mí. Me están saliendo bien las cosas y si al final estoy en la primera plantilla voy a aprovecharlo al máximo porque es una oportunidad espectacular para poder justificar que puedo jugar en la Asobal», responde Cabanas con total naturalidad. Siempre ha vivido pegado al mundo del balonmano. Su padre, Javier Cabanas, es historia de este deporte. Internacional con la selección, llegó a disputar cuatro Olimpiadas. «Siempre me van a comparar con él pero yo soy Álvaro y no me fijo en lo que ha conseguido mi padre, sólo trabajo para mejorar», afirma. Está orgulloso de la trayectoria de su progenitor, que le ha repetido «muchas veces» que «llegar es muy difícil pero mantenerse mucho más. Si no trabajas va a venir uno y te quita la merienda», reconoce Cabanas, quien lleva esta máxima a su rutina diaria, repartida entre los entrenamientos y el estudio. Casi no tiene tiempo para más.
«Me levanto a las ocho y media de la mañana, desayuno en la residencia y me voy para clase, donde estoy hasta la una y media; luego aprovecho para comer, juego una partida de mus con los amigos, descanso un poco y entreno tres horas por la tarde», explica.
Es el peaje que debe pagar para llegar a lo más alto. «Me gustaría estar en León muchos años pero también soy consciente de lo complicado que es jugar en el Ademar, un equipo puntero, que te exige el 100% cada sábado. Todo depende de mí», afirma. Va por el buen camino. Repite la palabra «trabajo» constantemente. «Ésa es la única forma de conseguir las cosas», justifica.
Ha engordado ocho kilos en estos tres años. «Hago una hora de pesas todos los días, aunque también influye la buena comida de aquí», señala. Es humilde. No quiere hablar de sus virtudes, prefiere centrarse en sus defectos porque así puede tratarlos. «Tengo que ganar un poco más de peso por el tema de los contactos y mejorar en defensa para ser un jugador más completo», asume.
Le gusta esforzarse al «máximo» en todo lo que hace. Estudia tercero de Administración y Dirección de Empresas. «El balonmano te da para vivir cuando estás en activo pero no para retirarte y además puedes tener una lesión o que te salgan las cosas mal», matiza el extremo marista. Su reto inmediato es salvar al ULE-Ademar y luego intentar que las cosas le salgan lo mejor posible. «Voy a darlo todo», compromete. Quiere devolver al club lo «mucho que me ha dado», agradece.
Sueña con llegar algún día a «jugar con la selección absoluta, representar a tu país». Eso le llena de «orgullo». Sabe lo «difícil» que es porque «pueden pasar mil cosas y necesitas algo de suerte».
Ya forma parte del combinado nacional junior, donde ha estado a las órdenes de Isidoro Martínez, próximo entrenador del Ademar. «Es una persona que trabaja muchísimo, va a exigir a la plantilla el máximo en cada entrenamiento y que todos se dejen la piel», define.
También tiene buenas palabras para Jordi Ribera: «Es uno de los mejores entrenadores de España y además lo voy a recordar siempre porque me hizo debutar en la Asobal», reconoce. Esa día jugó ocho minutos, tuvo «suerte porque -"cuenta-" los compañeros me ayudaron muchísimo».
Está cómodo en la ciudad, donde tiene ya un buen número de amigos. «Toda la gente que he conocido aquí es maravillosa, son ya como una familia», declara. Sus amigos de Alicante vienen dos veces al año: «Estoy muy orgulloso de tenerles cerca y ellos están también muy contentos de que me vaya todo muy bien», explica. Escucha la música de Rihanna, el Canto del Loco, Juan Luis Guerra, entre otros. En el cine prefiere Gladiator o Braveheart, dos películas que representan los valores que lleva por bandera: «constancia, trabajo y compromiso». León espera mucho de él. Cabanas lo sabe. No está dispuesto a defraudar.