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la otra cara de...

«La montaña es mi filosofía de vida»

Entrega al deporte todo su tiempo libre. Empezó hace treinta años y aún sigue retándose a sí mismo El ultrafondista cepedano vive para las carreras extremas. Su ambición no tiene límites. «Cuanto más sufres más satisfacc

El ultrafondista leonés Salva Calvo investiga métodos de entrenamiento en el ordenador de su casa.

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sergio c. anuncibay | león
León

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Salvador Calvo (Brimeda, 3-8-1962) es al ultrafondo como Mario Vargas Llosa a las letras. No es una exageración. Ha culminado gestas imposibles. Su ambición no tiene límites. Vive para las carreras extremas. «Yo no me dedicaría a esto si no fuera duro, porque eso es, precisamente, lo que lo hace gratificante. Cuanto más sufres, mayor satisfacción te da», explica Calvo, quien exprime al máximo sus facultades incluso en los entrenamientos. «A pasear no voy a ningún sitio, cuando termino tengo que haberme dejado la piel», asume.

Trabaja por las mañanas en la Seguridad Social. Es informático. Tiene un horario que le permite entrenar todas las tardes. No hay tiempo para el descanso. «Me gusta salir a entrenar de día, unas tres horas de media entre semana». Luego dedica 45 minutos para relajarse, hacer abdominales y estiramientos mientras escucha música clásica, aunque también le gusta el «rock duro y el heavy metal».

Los fines de semana son distintos. Los entrega por completo a su preparación. A ponerse a punto para las pruebas más exigentes del Globo. Cientos de kilómetros en condiciones extremas. Es de los mejores del mundo. «Si puedo aprovecho la nieve para hacer esquí de montaña, subir hasta la cima. Si no, entreno hasta que se pone el sol», revela. Siete horas de ejercicio.

Así exhibe su libertad. La montaña destila su «filosofía de vida» porque todo lo que hace «gira alrededor de ella». Empezó hace 30 años, con 17, gracias a un amigo suyo de Astorga que lo introdujo en este mundo. Las carreras llegaron después. No sabe definir con palabras el motivo que lo empujó a dedicarse de lleno a este tipo de pruebas. «Es algo inexplicable. Desde fuera parece algo inútil pero no se puede ver con los ojos porque está relacionado con los sentimientos», aclara.

Lo ha pasado mal. Ahí estriba su posicionamiento frente a la vida. En el Ultra Trail del Mont Blanc, a 40 kilómetros de la meta, casi se rompe dos dedos del pie. Fue una luxación. «No podía correr, reventé los talones», recuerda. Fue un palo duro «porque -”cuenta-” me encontraba con fuerzas».

Guarda también muy buenos momentos. El leonés Salva Calvo batió el récord en el Maratón de la Gran Muralla China, pulverizando en casi una hora el anterior registro. «Me dejó un buen recuerdo porque fue una prueba muy mediática, pero he disfrutado más en la carrera de Namibia porque allí es donde más he sufrido y cuanto más sufres más disfrutas», afirma.

Ha cumplido casi todos sus sueños. «Llega un momento en el que empiezas a pensar de forma diferente», aclara. Ya no da tanta importancia a quedar primero: «La clasificación empieza a ser una cosa secundaria, es más importante superarme a mí mismo», relata. Su reto pasa por terminar cada prueba y «quedar convencido de que lo ha dado todo».

Su próximo destino está en la 7º edición del Baikal Ice Running Marathon. Participará el 6 de marzo en esta prueba que atraviesa el lago helado en Siberia, el más grande, más viejo y más profundo de la Tierra. La temperatura supera los 30 grados bajo cero. «Estos días he salido a correr por León cuando más nevaba para ver como responde el cuerpo al frío», explica Salvador Calvo, quien pasa estos días pegado al ordenador para investigar sobre métodos que le permitan superar de la mejor forma posible estas condiciones.

No piensa en la retirada. «Nunca lo he hecho». Sabe que los años no pasan en balde y que el «nivel va bajando». Dentro de un tiempo -”acepta-” «quedaré en el puesto cuarenta».

Aún le quedan muchos kilómetros por recorrer. Se cuida al máximo. Desayuna pan integral, soja, té verde o negro, zumos y complejos vitamínicos.

También cultiva la mente. Lee mucha filosofía y psicología porque además de gustarle le ayuda a conocerse a sí mismo y superar metas. Lo más duro de la temporada empieza en abril.

Salva Calvo, leonés ilustre, volverá a batir sus propias marcas. Sólo así es capaz de sentirse vivo.