pesca
Cita obligada en La Vecilla
La XV Muestra del gallo de Pluma y Mosca Artifical atraerá a miles de pescadores este próximo fin de semana a la zona del Curueño
Todavía faltan tres semanas para que se inicie la temporada truchera pero los pescadores ya comienzan a revisar sus equipos, a clasificar sus moscas y a reponer las que se han ido perdiendo o deteriorando a lo largo de la anterior campaña.. La mayoría de aficionados a la pesca con mosca han aprendido a confeccionar sus imitaciones y de ello dan fe las tiendas de pesca cuyo negocio se dirige, cada vez más, hacia los materiales de montaje. A la emoción que supone clavar una trucha utilizando tanto la mosca seca como la ahogada se suma, y así lo confiesan los pescadores montadores, la ilusión de ser el autor del insecto artificial. A veces la trucha se resiste, rechazando el señuelo, y es preciso cambiar el mismo hasta dar con la imitación adecuada que no siempre es la que eclosiona. La imaginación del montador de moscas es muy rica y los materiales cada vez mas diversos y, entre ellos, la pluma sigue siendo esencial.
En el valle del río Curueño, próximos a La Vecilla, se ubican una serie de pueblos famosos por sus gallos de pluma. Campohermo, La Cándana, Aviados ... son algunas localidades en las que se producen los indios y los pardos que han hecho famosas las moscas para la pesca de León. En ahogada y en seca las moscas confeccionadas con esta pluma tienen un brillo y una textura incomparable. Se dice que si se sacan los gallos fuera del valle y tras la primera «pela» la pluma degenera y pierde sus propiedades. Desde hace catorce años, de forma previa a la apertura de la temporada de pesca, se celebra la muestra de Gallos de Pluma y Mosca Artificial de La Vecilla. En los dos días de la feria, especialmente si el tiempo acompaña, son miles los aficionados que se dan cita en esta muestra para ver comentar y, casi siempre, comprar. Veinticinco artesanos y expositores, tanto de la pesca como del turismo, la gastronomía y la artesanía de la montaña, estarán presentes en esta feria que cuenta con la colaboración de la Junta de Castilla y León, Caja España y la Diputación Provincial.
Indios y pardos. Nadie sabe a ciencia cierta desde cuando se crían los gallos de pluma en la comarca del Curueño. El documento más antiguo que se conoce referido al arte del montaje de moscas artificiales, el Manuscrito de Astorga de Juan de Vergara, perteneciente al patrimonio provincial y de un valor incalculable data del año 1.624. Este manuscrito que en su día la Diputación regaló a Francisco Franco, está desaparecido, probablemente vendido por la familia del Dictador. En él se hace una clara referencia al tipo de plumas empleadas, por lo que cabe suponer que ya existían hace casi cuatrocientos años. La cría de estos gallos se mantiene gracias al voluntarismo de una serie de criadores que han heredado esta tradición y se resisten a perderla. Casi sin ayudas y con multitud de problemas añadidos esta tradición subsiste sirviendo, desde el punto de vista económico, para complementar las economías familiares, si bien también es la base de producción de alguna pequeña empresa. Dos razas, con bastantes matices cada una de ellas, constituyen el grueso de esta variedad de gallos de pluma: Los pardos y los Indios.
Los pardos son algo mayores, más esbeltos y fuertes. Las plumas del cuello son alanceadas de colores que van desde el amarillo al blanco. Estas plumas, especialmente en los ejemplares que tienen un mismo colorido que las del riñón, son las más apreciadas para el montaje de moscas secas. Para las ahogadas la pluma de mayor calidad es la del riñón por delante de las colgaderas. Constituyen una capa de gran calidad, con brillo y moteado asimétrico que por su «penca» corta o alargada reciben diversos nombres: aconchado, corzuno, encendido, tostado, sarrioso, flor de escoba, langareto ... éste último ya desaparecido salvo algunos mazos que constituyen un auténtico tesoro. Los indios, procedentes de la raza andaluza, se han aclimatado perfectamente a la dura climatología montañesa y, tras diversos cruces, han dado lugar al ave actual. En las plumas de gallo indio también hay diversas variedades utilizadas para el montaje de moscas que pescan en una u otra época del año. Indio acerado, avellanado, rubión, negrisco, plateado ... El arte de criar, pelar, y conservar estas plumas ha ido pasando de generación en generación. Un oficio que nunca debería perderse.
El montaje. Como ya se ha dicho son múltiples y variados los materiales que se utilizan para confeccionar las artificiales. Las fibras procedentes de pluma de ave sirven para fabricar desde al torax, el abdomen, las antenas o las patas del insecto. Para todos estos menesteres se utilizan plumas de especies muy variadas que van desde el buitre, la garza, la perdiz parda, el pato o la becada entre otras. Las alas, sin embargo, son punto y aparte. Imprescindibles en la mosca ahogada, las plumas de los gallos de León también se usan en las moscas secas. Tan solo determinadas emergentes y algunas ninfas pueden montarse sin utilizar estas plumas cuyo brillo y textura atraen a las truchas más exigentes. Hay en día, y cada vez mas debido a la pérdida de genética por las repoblaciones, las truchas pueden picar a cualquier mosca. Hace años era imposible ir al río, bajando éste en buenas condiciones, sin ver cebarse alguna trucha. Ahora todo es distinto y la mayor eficacia se consigue con «ninfa», que pesca mas o menos sumergida. Cuando las pocas pintonas que se «ponen» a comer se muestran selectivas la eficacia de las moscas montadas con los pardos y los indios de León es incuestionable en mosca ahogada y tan solo comparable a la de culo de pato en mosca seca. A estas alturas del mes de marzo los pescadores van rellenando sus cajas de moscas o confeccionando sus cuerdas de mosca ahogada soñando ya con la picada de la hermosa pintona que, unas veces será devuelta al agua y otras pasará a degustarse frita, guisada, asada o en la típica sopa de truchas.