Diario de León

la otra cara de...

«El fútbol y River me fascinan»

Hasta los 18 años no empezó a jugar en serio al balonmano. Antes coqueteó con todos los deportes. Sueña con clasificar a Argentina para los Juegos Olímpicos Vive a 10.000 kilómetros de su casa, Argentina, donde residen sus afe

Gonzalo Carou, en su casa de León, con su novia «Coti», al fondo.

Gonzalo Carou, en su casa de León, con su novia «Coti», al fondo.

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sergio c. anuncibay | león
León

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El pivote argentino Gonzalo Carou lucha contra la nostalgia que le invade a 10.000 kilómetros de su casa, Buenos Aires. «Echo mucho de menos a la familia, amigos y, obviamente, la comida. Es difícil estar tan lejos», reconoce uno de los pilares del Reale Ademar, que, además, acaba de renovar por otras dos temporadas, algo que, según comenta, le da «una cierta tranquilidad» porque en León está «muy a gusto», tanto él, como su novia, de la que no se separa.

El club reconoce su trabajo con un nuevo contrato y eso le anima para «seguir entrenando» con el único propósito de conseguir algún título con el conjunto leonés y, sobre todo, llevar a su selección a unos Juegos Olímpicos por primera vez en la historia. «Como casi todos los jugadores que estamos en el combinado argentino tengo un ojo puesto en los Panamericanos de Guadalajara que dan acceso directo a Londres 2012. Sería un sueño porque nunca antes nos hemos clasificado», explica. También desea la tercera plaza en la Asobal para jugar la próxima temporada la máxima competición europea. «Estamos todos mentalizados aunque sabemos que es muy complicado por los partidos que nos quedan, pero depende de nosotros», asume Carou, que «cambia el chip» y espanta de su cabeza los dos títulos que han escapado de los objetivos, la Copa del Rey y la EHF. «Todavía nos quedan cosas importantes. Tenemos que terminar muy bien el año para estar tranquilos», afirma. Quiere dar una alegría a una afición única. Sabe que el balonmano en León es un deporte especial. «La ciudad está con nosotros. Es impresionante poder contar con una afición que anima todo el tiempo», agradece.

Aquí es «feliz», pese a las distancias que lo separan de los afectos. «Nos encanta la ciudad. Coti -”su novia-” y yo veníamos de un pueblo mucho más pequeño, Eíbar, y aquí tenemos más sol y, además, hay muchas cosas para hacer», asegura. Tiene el apoyo del club, su pareja lo acompaña y está «muy contento» con los compañeros de vestuario. «Solemos salir juntos, sobre todo si ganamos un partido. Trato de hacer vida con ellos más allá del deporte», explica.

Es un lector empedernido. Devora cualquier libro que caiga en sus manos. «Me encanta. Empecé a leer en Eíbar porque no había muchas cosas con las que entretenerse. Antes no leía nada», reconoce. También se distrae con las cartas durante las concentraciones, aunque últimamente no encuentra compañeros de partida para el Truco, un juego argentino parecido al Mus. «Me falta gente. Ahora los chicos juegan mucho al póker y yo me uno cada cierto tiempo pero no es algo que me apasione. Es entretenido compartir con alguien, divertirse, echar unas risas», subraya.

Es un fanático del fútbol, hincha de River. «Me fascina. Me encanta jugarlo y verlo. Trato de seguir a mi equipo, que intenta zafarse del descenso. En España animo al Barça, es el que más me gusta, aunque antes era del Dépor», recuerda.

Viaja menos de lo que quiere. «Casi siempre aprovecho para ir a Argentina. Me gustaría ver otras cosas pero mi familia y amigos me tiran mucho», revela. Londres le llama pese a que sólo ha estado una vez y no estima unas vacaciones sin playa. Pretende volver pero no advierte cuándo.

Tampoco hace conjeturas sobre su futuro. Piensa sólo en el presente. «Aún me quedan varios años en el balonmano. Me gustaría sacar el título de entrenador y dirigir a algún equipo. También quiero abrir un negocio, una cafetería o una tienda de ropa, por ejemplo, en donde podamos trabajar yo y mi novia, estar tranquilos con nuestros horarios y nuestra forma de vivir», ansía.

Tendrá que elegir entre «la estabilidad de España» o su corazón argentino. Aún tiene mucho tiempo para pensarlo.

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