Su ambición no tiene límites, es un futbolista insaciable

Es el futbolista más mediático del mundo. Odiado y amado a partes iguales. Nadie le regaló nada. Procede de una familia muy humilde de la isla de Madeira. Su padre era un jardinero municipal con problemas de alcoholemia y su madre limpiaba y cocinaba para ganarse el sustento.

Todo lo que envuelve a Cristiano Ronaldo no deja indiferente a nadie. Es un icono. Despuntó como futbolista desde muy pequeño. El deporte cambió su vida. Empezó a jugar en el Andoirinha, un club modesto que acogía a los niños con menos recursos de la isla.

Formó parte de la cantera del Nacional, conjunto en el que creció como deportista antes de fichar por uno de los grandes clubes del país luso, el Sporting de Lisboa, donde jugó dos temporadas, tiempo suficiente para ganar una Liga, una Copa y una Supercopa. Alex Ferguson le seguía muy de cerca. Encargó su fichaje para sustituir a David Beckham, contratado por el Real Madrid. El Manchester le permitió jugar al más alto nivel y convertirse en uno de los mejores futbolistas del mundo. Ronaldo jugó para los diablos rojos entre 2003 y 2009, y consiguió la Champions, la Copa Mundial de Clubes, tres Ligas, una FA Cup, dos Curling Cup y dos Community Shield.

El regreso de Florentino Pérez a la presidencia del Real Madrid en verano del 2009 supuso la vuelta de los fichajes galácticos a la Casa Blanca. El club de Chamartin desembolsó 96 millones de euros para convertir a Cristiano Ronaldo en el jugador más caro de la historia del fútbol.

Tras dos años de frustración, el portugués pudo al fin levantar el 20 de abril su primer título vestido de blanco, la Copa del Rey. Además, logró el único gol del partido con un cabezazo soberbio que sorprendió a Pinto. Ese tanto espantó de un plumazo las críticas que recibía Ronaldo porque desaparecía en las grandes citas. Ha vuelto para quedarse. Es insaciable.