SEMIFINALES CHAMPIONS | La eliminatoria del siglo | viñas Vs vergara
Pues danzad, malditos
Hombre, a mí me gusta una buena sinfonía pero, la verdad, Vero, para un miércoles por la tarde me apunto al Rock and Roll. O mejor, a un rap. A mí me gustan los buenos chicos malos. Chicos malos casi buenos. Almas blancas que te tienen un buen rato en el infierno porque te han reservado para el final el paraíso. Y te llevan allí. A los dos sitios. Con ellos.
«Se acabó», me escribe Fernando desde el Bernabéu. Qué va. Eso es lo mejor del Madrid. Que nunca se acaba. Que todo es posible. Como la vida, ¿no?
Mou y sus chicos. Pep y los suyos. No sólo dos formas de entender el fútbol. Algo más. Mucho más. Gladiadores frente a dioses. Unos te invitan a beber endorfinas, que como todo el mundo sabe atrofian el cerebro de tanta felicidad. Otros te sirven en su Copa adrenalina, el elixir de la excitación, que como todo el mundo imagina te conduce a todo lo demás. Los chicos de Mou te hacen sudar. Los de Pep te llevan a la ducha. La perfección es de dioses. La emoción, de héroes.
Pep y su seny contenido, aunque luego lleve en el bolsillo el antídoto por si se muerde la lengua. Mou y su gesto de niño malo, su mirada perdida, su carita de inocente nada inocente... ¿Alguien imagina a Messi tirando el trofeo del Rey desde el autobus? ¿Y a Iniesta besando en directo a su novia, arriesgándose a un bofetón o al matrimonio?
Yo hoy seré del Madrid. Porque lo era mi padre, porque mi sobrino Daniel y mi hija Ágrata no conciben que se pueda ser de otra cosa y porque no voy a llevarle la contraria a Fernando. En ésto. Que suene el rap y danzad, danzad, malditos. ¿Porque no hablábamos de fútbol, no?