la otra cara de... Germán Barreiro "Viola"
«Quiero ir al tercer mundo a ayudar»
Viola tiene vocación solidaria. Le gustaría ser voluntario en algún país pobre para colaborar en «todo lo que pueda» Vive el fútbol con pasión, pero mantiene los pies en el suelo y reconoce que en la vi
De sport y sin el 9 a la espalda, Viola pasa a ser Germán Barreiro, un joven inquieto de solo 22 años que no va de farol cuando se define como una persona «alegre, tranquila y que sabe lo quiere. Estoy muy seguro de mí mismo», responde sin dudar el delantero de la Cultural y Deportiva Leonesa mientras dibuja una sonrisa perenne en su cara.
No es para menos. Lleva el escudo del club leonés grabado en el alma desde que era un niño. «Me puedo morir tranquilo porque me he puesto la camiseta de la Cultural. Ése era mi sueño y lo he conseguido», afirma Viola, quien destila sensatez cuando reconoce que «el fútbol no lo es todo». Estudia piano desde hace tres años. La vocación musical le viene de cuna. «Mi abuelo tocaba el piano y hay varios miembros de mi familia que también lo tocan. Siempre me ha gustado, pero nunca tuve tiempo de dedicarme a ello porque pasaba muchas horas con el fútbol», explica. Va a clase todas las semanas y elucubra con poder vivir de ello algún día, aunque sabe que no lo tiene fácil. «Estaría muy bien dedicarme a la música, pero lo hago porque me distrae», reconoce.
Tiene los pies en el suelo y, por eso, quiere recuperar el tiempo perdido y volver a hincar los codos. «Nunca fui bueno con los libros, pero ahora quiero estudiar Inef para trabajar como profesor», subraya Viola, quien podría dejar León el año que viene si consigue una beca para ir a los Estados Unidos. Allí intentará aprender inglés, terminar la carrera y jugar al fútbol en el equipo de la Universidad. «Abandoné los estudios para saber si podía ganarme la vida con el deporte, pero veo que puedo jugar como ahora hasta los 30 y luego no voy a tener nada», argumenta. «Cuando eres joven hay que arriesgarse», justifica.
Viola transmite una madurez impropia de un chico de 22 años, muy alejada de los estereotipos que abundan sobre los futbolistas. Tiene una vocación solidaria que le empuja a ayudar a los demás. No quiere palmaditas en la espalda, lo practica por convicción. «Todavía voy un par de veces por semana al Hogar del Transeúnte. Llevo ya un año y medio», apunta. Sus padres lo educaron en la solidaridad. «Me di cuenta de que tenía que hacer algo más por la gente que de verdad lo necesita. Tenía demasiado tiempo libre», recuerda. Pero no está del todo conforme. Le gustaría ir de «voluntario a un país del tercer mundo». «Lo he estado mirando y creo que sería una de las mejores experiencias que puedo tener en mi vida», contesta. De momento ayuda a gente con problemas de alcoholismo y drogadicción. «Aprendes por dónde tienes que enfocar tu vida. No hay que hacer tonterías, debemos ser buena gente», asegura. «Muchas personas, que ni son borrachas ni drogadictas, se han quedado sin familia y duermen en la calle, en un banco o dónde sea», lamenta.
La fotografía también le cautiva porque con ella puede inmortalizar sus frustraciones y retratar esas desigualdades sociales que agitan su conciencia. «Me encanta. Nunca le he dado demasiada importancia porque no he tenido mucho tiempo, pero es un tema que me atrae mucho porque con la fotografía puedes expresar cosas que con palabras no puedes», matiza.
Por su cabeza rondan imágenes de todo tipo. La temporada no ha sido buena, ni en lo deportivo ni en lo personal. Sin cobrar, con el club al borde de la desaparición... Y lo que es mucho peor: a su padre, Germán Barreiro, vicepresidente de la Cultural, le sorprende un cáncer. Lejos de hundirse, Viola es pragmático y, sobre todo, optimista. «Aunque me hayan pasado muchas cosas, éste ha sido un buen año porque todo esto te enseña. Más que hundirme, me hace mucho más fuerte», subraya.
El fútbol también le ha regalado muy buenos momentos. Llegó a jugar con la selección cuando tenía 16 años. «Fueron sólo tres días, pero a mí me valen para poder morirme tranquilo», agradece.
Ahora sólo piensa en el partido del domingo, en salvar a la Cultural y cerrar una campaña muy complicada. «Mi único reto pasa por el próximo partido», asegura. A partir de ahí considerará sus estudios.
Puestos a mirar hacia adelante, Viola ve a la Cultural en los play-off de ascenso la próxima temporada. «Somos un buen grupo y el año que viene tendremos más experiencia. Hay base suficiente para estar entre los cuatro primeros», concluye.