Triste empate (1-1)
Cartagena y Ponferradina firman unas tablas que no sirven a los objetivos de ninguno de los dos equipos. Yuri adelanta a los bercianos y Toché iguala
Lo de la Ponferradina raya la extrañeza. Cuesta imaginarse los errores que han llevado a los bercianos a alimentarse entre los problemas de los de abajo. Ayer, no lo hicieron mal, más bien, todo lo expuesto fue merecido. Jonathan y Abraham exhibían los galones en un centro del campo que terminó por merendarse a los locales.
El guión se les puso de cara a una edad temprana del partido. Se llevaban diez vueltas de reloj cuando una rápida contra de Acorán servía para que Yuri, de cabeza, sentenciara en su primer juicio ante Casilla. En el ecuador de la primera mitad pudieron ampliar las distancias. Fue Pepe, el que tras un córner, remataba de cabeza ligeramente desviado el que pudo ser el segundo. Ese fue el acicate que necesitó el cuadro local para despertar.
Dominando, el Cartagena se encontró, al fin, como es siempre, a la contra y con distancia que marcar. Toché, el estilete del equipo, no se las vio tan duras como en sus dos remates, casi consecutivos, a la madera de Alejandro.
El panorama dio un giro brutal tras la reanudación. El gol que logró las tablas hacía justicia tras el final que quedó patente en los últimos minutos del primer acto. Fue Toché el que firmaba el empate tras un centro medido a su cabeza del veterano Víctor. Amanecía un nuevo duelo con las espadas brillantes, aunque esta veza la Ponferradina ofrecía otras prestaciones, más cercanas a lo defensivo, a una trinchera que rodeó a Alejandro pretendiendo hacerse grandes desde atrás.
El Cartagena cada vez estaba más cerca de ponerse por encima en el marcador. Defendían muy juntos los de Claudio, sin fisuras, ganando consistencia pero perdiendo mucho en ataque. Se anunciaban nervios en los bercianos, pero la veteranía de la zaga servía de sustento al equipo. Luis Prieto, en una jugada a balón parado, pudo marcar en un remate de cabeza, en lo único potable ofensivo de los visitantes en el segundo acto. Lo que había apostado el técnico de los bercianos quedó en el saco gracias, fundamentalmente a la labor de la defensa.